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NEMI)

FUNDADOR SE I*A  NACIONALIDAD ORIENTAL.

ESCRITA

Por D. Isidero de María.

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GUALEGUAYCHÜ.

Alio de 1860..1»/ ■

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INTRODUCCION.

*    - ,      . . ]t. »

La vida de los hombres públicos, que han influido en el des-
Iído de los Pueblos, pertenece á la historia, á cuyo juicio imparcial
debe librarse la apreciación de aró3 méritos, de sus flaquezas y de
bus virtudes.

A ella deben los coBteiaporanroa la deposición sincéra de cu-
unto conocieron de aquellos personajes, de aquellos génios que
jugaron un rol sobresaliente en el gran teatro de los sucesos po-
líticos, de las glorias mas altas, á que ligaron su nombre.

A ella se debe el conocimiento de 6us antecedentes, de sus
servicios, de sus actos, de sus debilidades y virtudes, para que
exenta de toda pasión, pueda juzgarlos, presentándolos al aprecio
ó al reproche de las generaciones presentes y venideras.

El Jeneral Artigas ha sido la primera y la mas prominente
figura histórica de nuestra revolución. Su vida pública, y aun su
vida íntima, debe ser un objeto de interés para sus conciudadanos,
de estudio para el político y el filósofo, para el historiador y para
el biógrafe, ora se le contemple en el pináculo de su grandeza
ora en el pedestal de la adversidad.

Iniciador, apóstol, soldado y mártir de una creencia fervorosa
y noble, que vino á ser nuestra religión política como la de todos
los pueblos Hispáno-americanos, tiene derecho al homenaje de
nuestro respeto y reconocimiento.

Cualquiera que fuesen los errores atribuidos á su época,
ec que se operaba una transición violenta, talvez prematura, pasan*
do del obscurantismo y vasallage de tres siglos, á la luz de la liber-
tad y al ser propio independiente, hay mucha gloria en ella, mu-*
chos rasgos heroicos, muchas virtudes cívicas y mucha enseñanza
saludable, que dignifica al hombre y enaltecen al Pueblo Oriental,
señalando los escollos que debe evitar en su camino, para llegar
al apogeo de su prosperidad, complemento grandioso de la
obra magna que empezaron los héroes de nuestra independencia,
en aquella época vaga y confusa todavía de la historia moderna.

Sin pretericiones de biógrafos, trazaremos apenas algunos rasgos
de la vida política y militar de cea gran figura histórica de la tierra
de Solís, que refleja la gloria .y los dolorett de la primera época de
nuestra revolución, y que peregrinando 30 afios en las soledades
del Paraguay, envuelto en el sudario del olvido, rindió su espirito,
para parecer ante la pokteridad y decirla—Jczgakmk!JSX. JENERAT,   X»   JOS £3   OERVA^/O ABliCAg.
fundador de la Nacionalidad Oriental.

Don Josó Gervacio Artigas, nació en el año 1,758 en Monte-
video. Fueron sus padres D. Martin José Artigas y Da. Francisca
Alzaybar, naturales ambos del Estado Oriental y descendientes
de los primeros pobladores.

Su padre D. Martin era uno de los mas ricos propietarios del
país, fué el primer capitán do Milicias, desempeñó el cargo do
Oficial Real y ocupó siempre una posición social aventajada.

D. Josó Gervacio Artigas, puos, debía su origen A una fami-
lia noble, de las principales de Montevideo, recibiendo en su ni-
ñóz una educación tan esmerada, como era posible en aquel tiempo,
en que la instrucción estab 1 limitada á los rudimentos de Ja
enseñanza primaria y á una Aula de latinidad,| que dirijían
los Padres Franciscanos, después de la espulsion de los Jesuítas.

El joven Artigas desde su temprana edad, manifestaba despe-
jo, suma vivacidad, ánimo varonil y un espíritu emprendedor y per-
severante. Tenía mucho ascendiente entre sus compañeros de infan
cia, quería saber y gustaba instruirse. Sus padres notando su de-
senvoltura y buena disposición, procuraron cultivar su inteligencia
proporcionándole algunas obras instructivas que leía con interés.

Después de algún tiempo, su padre D. Martin, hacendado del
departamento de Maldonado, que poseí 1 dos grandes establecimi-
entos de pastoreo en el Sauce y Casupá, donde se hacían bajo su
dirección inmensas cementoras, lollevóásu lado encargándolo de
sus establecimientos, en cuyos trabajos no desdeñaba el joven Ar-'
tigas tomar una parte bien activa.

AUi tuvo ocasión de formarse en el trabajo, fomentando las
propiedades rurales de sus padres: tomó apego al egercicio de
campo y se familiarizó con sus costumbres. Separado mas tarde
de sus padres, ó inclinado á la vida independiente, se dedicó ála
faena de los ganados y acopio de corambre, no sin afrontar serios
peligros en medio de los malhechores é indios indómitos que in-
festaban la campaña, con cuyo motivo adquirió un conocimiento,
practico de ella.

A ésto debió sin duda, D. José Artigas en aquella época, qné
un Señor Chatre que tenía grandes tropas en los Queguayces y

numerosa peonada ocupada en bis volteadas de hacienda, lo aso-
ciase con interés á 9u empresa, en la que se le presentó un nuevo
íarapo para desplegar su actividad, poniendóse en contacto y re-
lación cou sus hombres, cuya amistad y confianza se captaba por
la franqueza de 6U carácter, la sencilléz de sus maneras y su des-
prendimiento generoso.

Bien pronto la fama de su nombre prestigioso entre Ja gente
tle! campo, y de su coraje y baquía, llamó la atención de los Man-
datarios, que creyeron hallar en Artiga?, el hombre mas apropo-
sito para perseguir y estirpar las cuadrillas de contrabandistas y
malhechores que pingaban la campaña, y contra las cuales habían
Bido inefícacez hasta entonces todas las medidas adoptadas. Era
preciso un hombre del temple y de las condiciones de D. Josó
Artigas, para confiarle la parte principal de esta importante y ar-
riesgada comisión, en cuyo éxito se interesaba el Fisco, el comer-
cio lejítimo, la seguridad de las propiedades particulares, el órden
y la tranquilidad en permanente perturbación por las correrías
de bandoleros y por las depredaciones de los infieles.

Queriendo utilizarse los buenos servicios que podía prestar, fué
distinguido en 1,797 por el Gobierno Español con el grado de Ayu-
dante Mayor del Regimiento real de Blandenguez creado en aque-
lla época, y en cuyo cuerpo empezó D. José Artigas su carrera
miiitar, siendo Jefe del rejimieDto D. Cayetano Rodriguez
Ardíanos.

El Ayudante Mayor de Blandenguez fué destiuado con una
partida á campaña con la órden espresa de perseguir y aprehender
á los ladrot-es cuatreros y contrabandistas que abundaban, siendo
estos Ültimo9,^poxiug^e8es_en su mayor parte, que como mas dies-
tros en el inárejo Je las íiuifs?e fu«go, resistían vigorosos á las
partidas celadoras con que solían encontrarse en el tránsito desde
la frontera basta los Cerros de San Juan, ya parapetandÓ3C con
las cargas de tabaco que traían en Cangallas, si se les tomaba en
campo rato, y ya desde las orillas de los montes ó serranías
donde lograban refugiarse.

Artigas, el Ayudante mayor de Blandengue», á favor desu^
arrojo,,perseverancia y baquín, logió en breve tiempo imponer de
tal niódo 'á les contj«batelibtíts y anonadar á los malhechores, qu<-
ya no se atrevían los primeree á caminar de día. sino* á favor delas sombras do la noche, buscando por lo común, la costa dal Río
Negro para ocultarse. Ñi estas precauciones Jos libraba de la
persecución tenáz do Artigas, que era como la sombra que los se-
guía á todas partes, ora cayendo de improviso en sus guaridas, ora
sorprendiéndolos y capturándolos en sus march.is nocturnas. Así
ponía coto al contrabando y refrenaba á los malévolos.

En 1,801 y 2, en la guerra con los Portugueses, el capitán
Artigas, soldado valeroso ó infatigable, siempre en campaña,
prestó al país de su nacimiento servicios de importancia. Sostuvo
con bizarría diferentes combates parciales con los portugueses, puso
machas veces á raya sn poder en nuestros campos, les hizo varias
sorpresas, arrebatando á los intrusos en distintos lances porsion de
ganado vacuno y caballar que se llevaban para el territorio limí-
trofe.

En 1,805 hallándose en la capital, contrajo matrimonio con
la Señora Da. Rafaela Villagran [aa prima hermann] perteneciente
á una de las principales familias de Montevideo, y del cual no
dejó ma9 sucesión que su hijo D. José María, que falleció en 1,847
en Montevideo siendo teniente coronel de la República.

El capitán de Blandenguez de la frontera que contaba ya sobra
siete años de servicios en campaña, y cuya providad había acre-
ditado cumplidamente en el celo del contrabando, no tenía enton-
ces mas riqueza propia que su espada y su sueldo de 43 pesos al
tomar estado. Careciendo de dote para sa consorte, tuvo su padre
IX Martín que darlo á su prometida, adjudicándole uno de los
terrenos que poseía en la ciudad de Montevideo, inmediato al
Hospital del Rey en la antigua calle de San Benito y san Luis,
comprendiendo media manzana edificada en parte de teja, (que
era de uso en aquel tiempo) y cercada el resto de pared, dándole
también dos criados para su servicio.

Por ese tiempo fué destinado con su compañía al servicio de
los estratnuros de la ciudad, y con este motivo alquiló la casa de
Santurio, cita al lado de la antigua y estinguida Capilla del Car-
men inmediata á la quinta de las Albacas, donde vivía modesta-
mente sa esposa..

La aparición y desembarco de los ingleses en Maldonado en
1,806, hizo necesario .el destacamento de alguna fuerza de caba-
llería regalar en aqnel paraje para observarlos y hostilizarlos, y el
capitán Artigas fué ano de los oficiales destinados á aquella ope^
ración, en que acreditó nuevamente sa denuedo.

En i< febrero del año 7, cuando batida en brecha la plaza de
Montevideo por la Escuadra inglesa y las tropas de desembarco
que simando del Jeneral Whitelock la asediaban por tierra, el

capitán Artigas se hallaba fuera do sus muros, librándose por eso
de perder una vida que había de ser un día preciosa para sa
patria, ó de caer prisionero como tantos otros de los bravos que
lucharon con admirable heroicidad dentro de los muros de Mon-
tevideo en aquel lance desgraciado, en que corrió mezclada la
sangre de Españoles y Americanos en defensa del suelo que des-
cubrió Solis.

Apoderados los ingleses de Montevideo, permaneció en la
campaña, hasta que evacuaron la plaza, en virtud de la capitu-
lación   del general Whitelock hecha en Buenos Aires.

Hallándose en Montevideo, ocurrió . un incidente particular,
que honra sobremanera los sentimientos del hombre ilustre, que
estaba predestinado para fundar la Nacionalidad Oriental, y en
cuya fama se cebó tanto la calumnia y la animosidad de sus ene-
migos, como lo hicieron los émulos ó adversarios de San Martin
y de Bolívar.

D. Juan Fernandez, español, conocido vulgarmente por Juan
Soldado, uno de los vecinos mas antiguos y benéficos de Mon-
tevideo, victima de una falsa imputación, próximo á perder su
bienestar y á sufrir una gran desgracia personal, recorre á D. José
Artigas, su amigo, le espone su situasion, y cierto de su valimiento,
como de la nobleza de su alma, le pide interponga su influjo en
su favor para salvarle de la ruina que le amenazaba. Artigas, sen-
sible á al desgracia ajena, poniendo en ejercicio su influencia y sus
relaciones, obtiene la libertad del amigo salvándole del infortu-
nio.

Este quiere significarle su reconocimiento con obsequios va-
liosos, pero la delicadeza de Artigas lo rehusa.

Artigas parte de la capital, por asuntos de servicio en el año
8, j Fernandez que no desiste del propósito de demostrarle sa
gratitud, aprovecha ^ausencia para hacer una casa en terreno de
propiedad de sa esposa Da. Rafael1, en calidad deregalo á la misma
señora.

Tal fue el origen de la adquisición de esa única propiedad que
tuvo en Montevideo el primer Jefe de los Orientales, en cuyas ma-
nos estuvieron los tesoros del país y las  fortunas de sus.enemi-
gos !....La revolución de Mayo de 1,810 Jo encontró como á Alvear,
San Martin, Rondeau, Marti tur/,. Las-Henis, P'aez, Santa Cfnz y
tantos otros Americanos ilustres en la condición de Vasallos ó al
servicio del Gobierno áti la Metrópoli, y un rayo de luz y de espe-
ranza vino sin duda á despertar, á. encender en aquello? corr zones
generosos un amor puro, ardiente, por la independencia Ameri-
cana, dibujada con tintes seductores, en el orizonte del porve-'
nir....

La voz mágica de la libertad, no tardó en hallar eco en el
noble corazón de Artigas.

Se bailaba entonces en campaña por el norte del Rio Negro,
cuando llega confusamente á sus oídos la mutación que había te-
nido lugar en el gobierno de la capital del vireiuato; pero como
sü verdadera tendencia no era conocida, no le dió mayor valor.—
Mas puesto en transparencia su objeto y sabedor de lo ocurrido en
Montevideo con Murgiondo, se apercibió de su importancia, conci-
biendo la idea de apoyarla, empezando a predisponer el ánimo de
tus paisanos en favor de la causa de la emancipación política,
de que había desurjir una Patria independiente páralos Orien-
tales.

En este intervalo vino hasta la Colonia, donde hacia parte de
la guarnición m la clase de capitán del Regimiento de Blanden-
gues

Un incidente ocurrido en alli entre ól y el brigadier D.
José María Muesas gobernador del punto, le presentó la ocasión
de romper los lazos que como vasallo y soldado lo retenían al ser-
vicio del antiguo réjimen.

Una falta cometida por un soldado perteneciente á la compa-
fiía del capitán Aitigas, da lugar a que Muesas mande llamar el
capitán á su presencia. Muesas, que era de un carácter violento
y de ceño adusto, le dirije agrias leconvenciones. El pundonoroso
oficial con la conciencia de no merecerlas, quiere dar sus descargos.
El gobernador acostumbrado á mandar y maltratar sin réplica, se
irrita, desciende al insulto, le amenaza con ponerle una barra de
grillos, apurando hasta el estremo la paciencia de su subordinado.

El capitán Artigas al veise ajado así como militar en su dig-
nidad personal, herido su amor propio, sin bajar .'a frente le contes-
ta con entereza—"¿e engaña el Señor Gobernador si cree que he de
dejarme poner una barra de grilloéf y se retira.

Acto continuo, monta á caballo Artigas y Be dirije en busefr

■le-fiu carnerada el Teniente de su compañía D. Rafael Ortigaera>

con quien esa misma noche parte en una embarcación coi* dos
hombres de confianza para Buenos Aires. Esto acontecía el día
de la Candelaria (2 de Febrero) de 1,811

Allí fué perfectamente recibido por todos y con especialidad
por los miembros-de la Junta Provisional de gobierno, qne presi-
dia D. Cornelio Saavedra, á quien manifestó el noble propósito
que lo conducía de tomar parte activa en la revolución, secun-
dándola en la Banda Oriental, para cuyo fin se pondría en inte-
ligencia con hombres de acción, que coadyuvarían al movimiento
un   toda la campaña.

La Junta gubernativa aceptó con marcado interés los serví-
oíos del patriota Artigas, que acababa de abandonar posición y fa-
milia, para alistarse en las filas de los que batallaban por la iude-
pandencia; precisamente en los momentos mas críticos, cuando la
suerte de las armas acababa de arrebatar el lauro á las huestes pa-
tricias en la retirada del Tacuarí, donde sufrió ua contrasto la é9-
pedicion de Belgrano, dando como era consiguiente, nuevos bríos
al enemigo común, y haciendo mns difícil la arriesgada empresa
de Artigas.

El gobierno Provisional de Huenos Aires, le ofrece á Arti-
gas su cooperación y éste lo transmite con fé á sus deudos mas
cercanos y amigos de la Banda Oriental para que de concierto tra-
bajasen en el sentido de la revolncion, preparando los elementos
para emprenderla.

Sabedor el Virey Elío de la acojída harto significativa que
acababa de hacerse A. D. José Artigas en Buenos Aires, y alenta-
do sin duda por el reciente contraste de Belgrano en el Para-
guay, declara la guerra á la Junta de (íobierno provisional de Bue-
nos Aires como rebelde, el 12 de Febrero del mismo año 11.

Mientras tanto, la Junta de gobierno de Buenos Aires que
confiere el grado de Teniente coronel á Don José Arti-
gas, lo autoriza para ponerse á la cabeza de las fuerzas que se reu -
niesen en la Banda Oriental, prometiéndole su apoyo y auxilián-
dolo con armamento y algún dinero.

Artigas no dilata hacerlo saber á sus amigos, previuiendóles
ei"3 llegado el momento de moverse.

En consecuencia, Viera y Benavidez con un puñado de patrio-»
tas en que figuraban los Gradeas, Haedo, Escalada, Gallegos, Cha-»
ves, Almiron y otros vecinos, levantan pendones en Ascencio, prtMclaman la libertad en armas el 28 de Febrero de 1,811 y se apode-
ran de la Villa de Mercedes.

La chispa eléctrica de la revolación cundo y se propaga al
momento en la campaña, brotando de su seno varones entusiastas
y decididos á secundarla.

Viera y Benavidez marchan ácia la Colonia, con el objeto de
esperar y protejer la venida del caudillo prestijioso, que debín po-
nerse al frente de la cruzada inmortal, que iva á decidir entre dos
principios opuestos—la República ó la Monarquía,—la indepen-
dencia ó la perpetuación del-coloniaje.

Dispuestas así las cosas, los primeros albores del día 7 de
Abril, presenciaron al caudillo insigne poniendo el pié en la ribera
del suelo de su Patria nativa, sobre el Uruguay, resuelto á morir
ó redimirla del cautiverio de tres siglos, para levantarse al rango
de duefia y soberana de sus destinos.

Artigas desembarca entre las Vacas y la Calera de las Hu-
érfanas, saludado y aclamado por sus compatriotas como el primer
Jefe de los Orientales.

Su presencia y su voz infunde ánimo ú todos los patriotas, y
es la señal de la insurrección general.

En pocos días se hallaban su hermano D. Manuel Francisco,
D. Pablo Pérez, D.Francisco Bnstamante y D. Paulino Pimienta
con una fuerte reunión en armas en Minas y Maldonado.

D. Bal tazar Ojeda en Tacuarembó,—D. Bartolo y D. Mannel
Quinteros en el Arroyo Grande,—D. José Culta y D. Baltasar
Vázquez en San José,—D. Feliz Rivera (hermano del general
D. Fructuoso) en el Yf,—Laguna, Rebollo y Pintos en Belén,—
D. Jorge Pacheco y D. José Arvide en Paysandn,—D. Manuel
Artigas (primo hermano del general) en Santa Lucía,—Delgado
en Cerro Largo,—D. Ramón Márquez y D. Tomas García de Zuñi-

fa en Canelones,—D. Blas Basualdo en Lunarejo y Otorgues en el
antanoso.

Con estos elementos que reúne y organiza D. José Artigas,
empieza la lucha titánica, que á despecho de las contrariedades
y embarazos opuestos por la rivalidad, la desgracia, la intriga y la
ambición estranjera, sostiene ocho años consecutivos con admirable
constancia contra el poder de dos coronas y el torrente de la
guerra civil, que al quebrar la unidad de los esfuerzos de los de-
fensores de una misma causa, preparó el camino á lo dominación
asirán*.

—9—

•El 2C de Abril una parte de las milicias de Artigas se batían
brearramente en San José con una fuerza Realista al mando del

Jefe Bustamante y defendida por una pieza de artillería, obligan-
dóla á rendirse á discreción.

La Patria obtenía el primer lauro, registrando en sus anales
la primera pajina gloriosa, escrita con sangre de sus hijos, como ei
bautismo de la libertad, en cuyo holocausto la prodigaban.

A principios de Mayo destinaba á Benavidtezcon una columna
de 700 hombres al asedio de Ja Colonia del Sacramento, y el 12
del mismo mes tenía sobre el Canelón un Cuerpo de Ejército de
mas de mil hombres, habiendósele reunido el Cuerpo de Patricios
de Buenos Aires con dos piezas de campafia al mando del teniente
& coronel Gabrain, con qne le anxiliára aquel gobierno.

Seis dias después medía sus armas el caudillo Oriental con las cy/
del enemigo en la acción de las Piedras, cubriéndose de gloria.—
La columna Realista fuerte de 1,230 hombres [la mayor parte ve-
teranos] con cinco piezas de artillería, mandada por el capitán de
fragata JD. José Posadas, habí» salido de Montevideo con el desig-
nio de interponerse entre las fuerzas patricias y cruzar el plan de
operaciones de Artigas.

Este lo prevee, marcha y la bate en las Piedras.
En esa jornada memorable y de importancia inmensa parala
causa de los independientes, se ponía á prueba el valor de solda-
dos visónos, y la capacidad de su esforzado Jefe, que i van á dis-
putar la victoria á tropas aguerridas y valientes. La fortuna co-
ronó sus esfuerzos, el éxito correspondió á su fé patriótica y á su
valor marcial.

El combate fué reñido y prolongado, sosteniéndose con encara
nizamiento por ámbas partes desde las once de la mañana hasta
que el Sol descendía á su ocaso.

En lo mas récio de la pelea el casco de una metralla postró el
caballo del intrépido Artigas, en circunstancias que recorría la
línea victoreando á la Patria é infundiendo ánimo á sus soldados.—
Pero él con serenidad imperturbable, ajitando la espada en su dies-
tra, sufre á pié firme por algunos momentos los fuegos de la infan-
tería enemiga. Monta en nuevo corcél, se lanza como el rayo
destructor con sus lejiones sobre el enemigo ; lo deshace, consuma
su derrota, presentando á la Patria por trofeos de esta jornacla,
500 prisioneros, ineluso el Jefe Posadas, su oriflama, su artillería,
armamento y municiones.—10—

Seis días después da esto suceso evacuaba el Virey EIío la
Colonia del Sacramento, á cuya piara entraba triunfante la Divi-
sión de Benavidez.

Al siguiente día de la acción marchaba Artigas á Montevideo
fijando el 21 de Mayo su cuartel general en las Tres Crucez y dan-
do principio al primor sitio de la plaza, qua hizo suspender en
Octubre de ese a&o el Gobierno de Buenos Airas, en virtud de
armisticio celebrado con los Españoles, habiéndose injerido los
Portugueses.

Dos contrastes sucesivos habían sufrido los Egórcitos patrio-
tas de Buenos Aires, cuando Artigas ganaba la acción de las Pie-
dras y esto dá la medida de la gran importancia de su triunfo. Al
mal resultado de la esp edición do Belgrano al Paraguay había su-
cedido la derrota del Desaguadero. La victoria de las Piedras
neutralizaba su efecto. Así fué que se celebró con vivo entusiasmo
en Buenos Aires, cnyo Gobierno en su mérito confirió el grado de
Coronel á D. José Artigas, decretándole una espada de honor que
le fué presentada en su nombre por el comandante D. Martin
Tompson "an reconocimiento de la principal parte qu» tuvo en la
acción de las Piedras."

El Egórcito de Artigas engrosaba de día en día sus filas con
los voluntarios que se le presentaban de todas partes, incorpo-
rándose á ellas ta compaüía de Blandenguez á que había perte-
necido, sirviéndole de plantel para organizar el Rej i miento de
Blandenguez de la Patria de que fué eoronel.

Hasta Junio dirijió el sitio de la plaza, en cuyo tiempo vino
el coronel de dragones de la Patria D. José Ronaeau mandado
per el gobierno de Buenos Aires á tomar el mando en Jefe del
Ejército, reforzando el sitio con algunas tropas.

El coronel Artigas gozaba de mayor prestijio en el país, de

2os era nativo y que había sublevado contra el antiguo réjimen.
io rodeaba una población crecida y un Ejército entusiasta y vic-
torioso, que triunfando en San José, Piedras y Colonia, se había
abierto paso hasta Montevideo. Sla embargo, postergado en el man-
do por la Junta gubernativa de Baeno3 Aires, ahogando dentro
del corazón su natural sentimiento, se resignó con patriótica abne-
gación á continuar concurriendo al sitio con las fuerzas de su man-
do»

Desaven encías desgraci amenté   suscitadas entre los gober*
antes de Buenos Aires y el Jefe de los Orientales, introdujeron.

ej jérmen de la división entre los sostenedores de una propia cansa.
Aprovechándose de ella la Corte de Portugal que acariciábala
idea de erijir un trono en Buenos Aires ¿la Princesa Da. Carlota
Joaquina de Borbon, y cuyas aspiraciones se al bagaban se llevaron
las cosas al punto de pactar el abandono del sitio de Montevideo,
dejando el paso franco á las tropas de Portugal, que á presto de
seguridad de sus fronteras, se internaron en el territorio Oriental
á las órdenes del Jeneral D. Diego de Sonsa.

En virtud de ese pacto ó armisticio celebrado en 23 de Octu-
bre de 1,811 entre la Junta de Gobierno de Buenos Aires j el
Gobernador Elío, levantó el coronel Rcndeausus reales del sitio
de Montevideo, emprendiendo por tierra su retirada parala ca-
pital tradicional del antiguo vireinato. donde se les declaró bene-
méritos'^ e la Patria.

El coronel Artigas después de conferenciar con el coronel
Hondean en el Arroyo Grande, se negó á abandonar su país cuan»
do las armas de Portugal golpeaban eus puertas, salvaban el dintél
de sus fronteras, internándose por la costa del Uruguay, asaltando
Paysandü, y derramando sangre patricia en los encuentros tenidos
con fuerzas Orientales en Yapeyú, Arapey y PaisandtL

El gobierno de Buenos Aires le exijía el licénciamiento de las
milicias Orientales y que le mandase el Regimiento de Blanden-
dez, conservando el título de su coronel que le había conferido
aquel gobierno. D. José Artigas lo resiste, devolviéndole con
oficio los galones que se arranca, y le niega la obedieneia.

Artigan sin amilanarse ante la magnitud de los peligros que
iva a afrontar en la nueva lucha, reducido á sus propios recursos,
no desiste de su propósito y seguido de un inmenso pueblo qne
abandona hogar y fortuna antes de vivir bajo estra&a dominación,
marcha á sitnarse en la márjen occidental del Uruguay, campando '
en el Ayui é interponiendo el famoso Río entre los qne se acojen
á su protección y á su bandera, y las huestes Portuguesas que en
numero de cuatro mil hombres oprimen con su planta la campa-
na oriental que presenta la imágen del desierto, habiéndose apo-
derado de los Pueblos de Misiones.

Desde allí D. José Artigas, mantiene en hostilidad constan-
te al enemigo, desprende fuerzas en tu obiervaaion, le hace la

fuerra de recursos, destina á Otorgues con una división de 80*
embree cobre los pueblos occidentales de Misiones, donde tiene
varios encuentros cen los portugueses, hasta que los abandonan.Falto de armas y municiones, el Jefe de los Orientales luchaba
s5n desmayar contra al cúmulo de dificultades que detenía el vigor
de su acción-y las inspiraciones de su genio.   En su acampamento
al decir del general Vedia, se hallaba allí toda la Banda Orientaly
constando de mas de catorce mii personas las que estaban con Arti-
gas, soportando trabajos, enfermedades y miserias de todo género^
por el espacio de once meses.

En esa época de prueba escribía el general Artigas desdé
Mandisoví á su madre política,—"son imponderables los trabajos
"qué pasamos, pero los sebrellevamos con gusto por la patria, para
"enseñar al portuguéz que los libres saben  morir primero si es-
"preciso, antes que doblar el cuello al yugo estranjero. Tengo que
"luchar contra tres enemigos;........ pero tengo un hijo y algún

"día él gozará de mi trabajo. Hemos perdido á <¿osé Antonio
"(su primo-hermano) que murió de enfermedad."' /*~*~
• • Oasí al mismo tiempo, se le manda por médio de D. Luís
Lárrbbla el indulto del Rey de EspaDa, ofreciéndosele á nombre
del virey Elío el grado de coronel de los egércitos reales y el cargo
de comandante general de campaña, si presta obediencia al gobi-
no Metropolitano. D. José Artigas devuelve lo uno y desdeña
lo otro con virtud repúblicana. Prefiere la modesta casaca del cau-
dillo délos independientes, y un puñado del polvo de las Piedras,
á todos los honores y rangos que pudiera brindarle la mano de
los monarcas.

Dispuesto el gobierno de Buenos Aires á recomenzar la guerra
en la Banda oriental contra los Españole», terminada la tregua del
armisticio, toando esplorar la disposición del general Artigas que
permanecía en el Ayuí, por médio del coronel Vedia, quien lo
halló perfectamente dispuesto a la nueva campaña Vedia infor-
mó favorablemente, pero observó, refiere en su memoria, "que no
"gustaban los hombres del gobierno que hablase en elojio del cau-
dillo oriental."

En consecuencia marchó D. Manuel Sarratea, Presidente de la
Junta dé Gobierno con trópas para abrir la nueva cámpaüa. Arti-
gas lo recibe con todos loa honores, formalidades y consideracio-
nes debidas aí carácter que investía de general' eñ gefe
del Egército del Este dé las Provincias Unidas, y establece su cu-
artel general en el Salto, donde huvo que esperar la retirada di
los Portugueses del territorio, que la evadían, no habiéndola efeo
tundo hasta Octubre del afio 12, después de repetidos requirimiefr

—18—

tos, en virtud de Convección ajustada eo Mayo del mismo año para

el efecto.

Desgraciaren te no tardó en asomar su ominosa cabeza la dis-
cordia entre los patriotas,—ese vértiga funesto que aquejó siempre,
desde la aurora de la emancipación á los hispano-amerieanos. .

La intriga y Ja seducción puesta en juego, despertaron
prévensiones. Surjieron desavenencias entre Artigas y Sarratea.
Esté último, según refiere uno de sus contemporáneos, el general
Vedia, fué instado á apoderarse de la persona del general Artigas
por varias comunicaciones reservadas que se le dirijfan ; pero lo
rehusó, añade el mismo Vedia, "temeroso de que recayese sobre el
"Ja responsabilidad de un atentado contra un sujeto que ya gozaba;
A4de un renombre grande entre todos los pueblos de la Union."

Otorgués'y algún otro, asi qne se apercibieron de que so
conspiraba contra Artigas, lé instaron que prendiese á Sarratea y
se apoderase del parque. D.José Artigas lo rechazó abiertamente.

La intriga y la seducción de los desafectos al caudillo oriental,
logran ganar algunos gefes Orientales, defeccionando algunas mi-
licias y el regimiento de' Blandengaez, quedando reducido por este
incidente, á poco mas de mil hombres las tropas de Artigas.

El coronel Rondeau.¡marchó eon la vanguardia del Ejercito al
segundo sitio de Montevideo y ganó la batalla del Cerrito á los
Realistas el 31 de- Diciembre de 1812. Después de este triunfo de
las armas de la Patria, se movió Sarratea del Salto y vino á estable-
cer su cuartel general en el Miguelete.

El general Artigas repasa el Uruguay el 3 de Enero y sedi-
rije con sus fuerzas y un buen numero de familias que le siguen al
paso de la Arena en Santa Lucía.

De allí manda prevenir al vencedor del Cerrito, que no con-
curriría á las operaciones del sitio, inter Sarratea con algunos gafes
no se retirase á Buenos Aires. Espuso sus razones y hallándola»
fundadas el coronel Rondeau, entrn á concertar con el teniente co-
ronel Vedia, el modo de realizarlo.

Un movimiento encabezado el diez de Enero por los drago-
nes de Ja Patria y-el Cuerpo de Artillería de Rondeau, apoyndo
por las fuerzas de Artigas, produce la separación de Sarratea del
mando y su inmediata retirada para Buenos Aires, con los gefe*
que lo indicaban, delegando el mando en el general Rondeau basta
Ja resolución de la Junta gubernativa.

£1 gobierno de Buenos Aires confirmó el nombramiento del ge-—14—

neral Rondeau, ó inmediatamente el general Artigas se incorporó
con las faenas de iw mando al Ejército unido sitiador, reconocien-
do poco despacs el primer Congreso Constituyente da la Union, qae
acababa de establecerse en Buenos Aires.

Artigas continuó por todo el año 13 unificando sos esfuerzos
al de las tropas Argentinas en pró déla causa común, apesar de
algunos incidentes desagradables que le daban derecho a ereer que
no ee había renunciado al próposito de anulársele para llevar
acabo siniestras miras de la política militante.

Cuando á su juicio, consideró infabilible y cercana la rendi-
ción de la plaza, su primer pensamiento, su mayor deseo fne tratar
de la organización de la Provincia Oriental bajo el sistema Repre-
senta tiro Eepüblicano, dotándola de nn Gobierno propiamente su-
yo, análogo á sus necesidades, y como el complemento de los votos
hechos al tomar las armas para emanciparse de la Metrópoli.

Propuso al general Rondeau la convocación del primer Con—
freso de la Provincia, y se interesó lo consultase al Ejecutivo de
Jas Provincias Unidas, mientras él se dirijía también por su parte
al mismo gobierno solicitando su aprobación.

Su iniciativa noble y patriótica fae aprobada, pero el Director
Supremo cometió al general Rondeau la convocatoria y dirección
de las elecciones. Llevaba en esto su fin: conoció Artigas la ten-
dencia y calló. El 8 de Diciembre del alio 13, se instala el Con-
greso en la Capilla de Maciel [Paso del Molino], presidido por el
general Rondeau, acuerda la forma de gobierno, nombra tres di-
putados á la Asamblea general de la Union y las personas que
debían componer el Junta Gubernativa. La gloria de la iniciativa
fué del general Artigas.

Frecuentes mutaciones mas ó menos violentas habían tenido
lugar desde el año 11 en el gobierno de Buenos Aires, creándose
en Enero de 1,814 un Supremo Director.

No tardó en surjir desavenencias entre él y el Jefe dalos Ori-
entales, Ae^e, acabando por la retirada del general Artigas del sitio,
JCn poces días tuvo reunidos mil hombres en campaña, que aban-
donaban el asedio para ir á buscar A su antiguo Jefe. Artigas se
retiró á Belén sobre el Uruguay, donde se le reunieron las divi-
ses de Basualdo y Ojeda, que tenia sobre la frontera»

Poco tiempo después vino el geperal Alvear A tomar el mando
del Ejército sitiador, substituyendo en él al general Róndese, y
A poco andar capituló el gobernador Vigodet, ocupando la plaza

—15—

de Montevideo las tropas de Alvear el 28 de Junio de coa
que terminó en la Banda Oriental la guerra con los Españoles.

El Directorio nombra al coronel D. Nicolás R. Pena de Go-
bernador de Montevideo, y Artigas reclama para la Provincia
Oriental el derecho de elegir sus gobernantes y la entrega de la
Plaaa á los Orientales. Se rehusa, se le disputa el derecho, y la
guerra civil con todo su cortejo de males, se enciende entre Ar-
gentinos y Uruguayos.

El general Alvear y el coronel Dorrego salen A campana en
persecución de Artigas, con mas de cuatro mil hombres.

La lucha civil toma cuerpo, el Jefe de los Orientales con 800
ó 1,000 hombres mal armados y faltos de municiones se retira á
los potrero» de Arerunguá donde reúne todas las fuerzas que
puede, destinando al comandante Rivera en observación de las
divisiones de Alvear que obraban en distintas direcciones, y á la
división Basualdo al Entre-Ríos á oponerse á la de Balde negro
que había desembarcado en la Concepción del Uruguay para
amagar la retaguardia de las fuerzas orientales.

Rivera aloanza un triunfo ea la azotea de D. Diego Gonzalos
en setiembre, mientras la división de Basualdo sufre un revés
en la capilla del Pilar.

Alvear se retira 6 Buenos Aires, dejando el mando del eger-
cito al general Soler, y después de varios otros sucesos adversos
ó favorables, Artigas se retiró al Corral de Piedra, y Rivera ba-
te á Dorrego en el Guayaba el 10 de Eaero de 1,815 cuyo suceso
dió lugar a\ que Soler evacuase la plaza de Montevideo ocapan-
dóla los Orientales.

Sobre seis mil hombres habían estado en pugna contra el ge-
neral Artigas en la Banda Oriental, y A pesar de la carencia de
sos recursos y de tener que atender á la guerra que ya se habia
encendido en San ta Fé con Buenos Aires, triunfa de la sitaasion
y se organiza el primer gobierno de los Orrientales.

Retira sns tropas al Hervidero y forma el Pueblo de la Pu-
rificación, nombre inventado por el padre Monterroso su Secreta-
rio, donde se destinaron los Españoles y otros que no lo I eran,
que con motivo ó sin él, se remitían en calidad de presos al gene-
ral Artigas, pero viviendo en soltura los mas en aquella población
ó campamento. ■

Bajo la protección del Jeneral Artigas {empezaron los Orién-
tale» á formar su Gobierno sin dependencia de Buenos Aires. '—16—

El Cabildo de Montevideo confiere a] Jeneral D. José Artí
gas el título de Protector (le los Pueblos libres, y le asigna una
pensión á su señora para la educación de su hijo.

A solicitud del Cabildo, nombra de Gobernador de la Plaza
á D., Fernando Otorgues, el cual comete ó patrocina todo genero
de licencias coutra los Godos; nombre que se daba a los Españo-
lea. El cabildo no podía, contenerlas: lo hizo saber al Jeneral
Artigas que se hallaba en Entre-Ríos, ocupado con la guerra de las
Provincias del litoral con quienes se había aliado coDtra
Buenos Aires, y mandó inmediatamente relevar á Otorgues del
mando de Montevideo, destinándolo á cubrir la frontera de Ya-
guaron. Envió de Delegado á D. Miguel Barreiro que tomó pose-
sión del gobierno, destinando al comandante D. Fructuoso Ri-
vera con una división de 600 hombres á guarnecer la plaza. Con
este cambio de personas se restableció el orden y la seguridad en
Montevideo.

El Jeneral Artigas luchaba con la falta de hombres compe^
ten tes que comprendiendo 6us miras, le ayudasen á organizar el
país y restablecer el órden en toda su estension, después de cua-
tro afios consecutivos de guerra, en que todo se había desquiciado,
creando hábitos y elementos perniciosos, que no era dado correjir
ni estirpar de improviso, sin esponerse á que fuesen esplotados por
los enemigos estemos.

A donde alcanzaba la vista ó la acción del Jeneral Artigas^
no se notaban los exesos que dieron triste celebridad á caudi-
llejos como Gay, Blasito y Encarnación, que destinados lejos de
Artigas á la persecución de gente mala que abundaba en la cam-
pafia, se convirtieron en facinerosos, aprovechandoel alejamiento de
Artigas, que tenia que luchar contra un cümulo de contrariedades

Las órdenes espedidas por el general Artigas, respecto á la
conservación del órden eran severas, y mas de un bandido fue
ejecutado, para contener el pillaje.—"Siempre hará honor al ge-
neral Artigas, aquella órden espedida en el Arroyo Grande, im-
poniendo la última pena, á todo el que atentase contra la vida
ó la propiedad de los veeinos ó asaltase á los transeúntes pacifi-
cos de la campaña, con motivo del salteamiento de tres carretas
de carga y asesinato de sus conductores por un tal Paivay otros,
qne fneron ejecutados, en el Arroyo Grande al frente del Ejército
para escarmiento, y á cuyo acto asistió el mismo general Artigas
de gran uniforme.

—17—

Estaban en pugna dos principios ó sistemas de gobierno. El
general Artigas, seducido por el egeraplo de la Union Nort-Ame-
ricana, quería su aplicación en las Provincias. Esta idea tenía< pro-
selitismo en ellas. De aquí había provenido una especie de alian-
za entre Artigas y los Jefes de Entre Ríos y Corrientes desde los
primeros sucesos, mancomunando sus esfuerzos para resistir las
tendencias centralistas y dominantes del gobierno de Buenos Aires.

Los acontecimientos del 14, habían hecho mas palpitante la ne-
sidad de estrechar aquella alianza, y las Provincias del litoral so
pronunciaron sucesivamente por la federación bajo la, protección
del general Artigas.

Para sofocar ese jérmen que aparecía y someter á sus sostene-
dores, marchó sobre Santa-Fó la división Diaz-Velez y sobre el
Entre-Ríos la de Viaraont, mandadas por el Directorio de Buenos
Aires. En consecuencia, destinó el general Artigas al comandante
D. Andrés Latorre con una fuerza á la Bajada del Paraná en pro-
tección de Santa Fé, logrando derrotar á la Bonarense y haciendo
prisionero á su gefe. Igual suerte cupo á la que invadió el Entre
Ríos.

■Buenos Aires pretende llevar las hostilidades adelante, y Ar-
tigas con este motivo marcha en persona á Santa Fó y avanzan
las*fuerzas aliadas hasta el Arroyo del Medio y San Nicolás de los
Arroyos, en óbservacion de las Bonarenses.

Corrientes proclama el Protectorado de Artigas, ocupando el
gobierno de aquella Provincia D. Juan Bautista Méndez gefe de
la fuerza veterana. Artigas envía á aquella provincia á D Genaro
Perugorria en representación de su persona, y procede á la insta-
lación del primer Congreso Provincial de Corrientes.

D. Gervacio Posadas ocupaba á la sazón como Director el go-
bierno de Buenos Aires, y fulmina un decreto poniendo fuera de
la ley y de la patriad D. José Artigas, deshonorándolo y ofre-
ciendo un premio de seis mil pesos al que lo tomase y entregase
-vivo ó muerto.

Una disposición tan inusitada y atióz en que se ponía á precio
la cabeza del Jefe de los Orientales, revelando el reboso del odio y
de la venganza, no podía dejar de embrabecer las pasiones y su-
blevar el ánimo mas templado.

Sigúese á esto la sublevación de Perugoiria en Corrientes con-
tra el Protectorado de Artigas. Bf.sualdo, gefe de éste, que
se hallaba en aquella Provincia, bate á Perugorria en la costa del—18 —

Río Batól, lo derrota, toma prisionero y lo remite al Jeueral Arti
gas.   Perugorria fué arcabuceado.

El teniente coronel Silva es nombrado gobernador de Corri-
entes y confirmado por Artigas. Se trabaja por inducir á Silva íi
defeccionar, son descubiertos los que lo intentan, so remiten á dis-
posición de Artigas, este les libra la vida, y Méndez vuelve a
ocupar el gobierno de Corrientes.

Córdoba se pronuncia por el Protectorado de Artigas y el
poder de la alianza Oriental-EutreRiana-Correntina se robustece,
i j       Baldeuegro defecciona del Directorio con su fuerza y obedece.

} las órde*es de Artigas.

Esto irrita á los hombres del Poder en Buenos Aires : se lanza un
brulote contra Artigas en un documento que lleva la fecha de 5
de Abril. Estalla por último diez dias después una revolución en
Bueno3 Aires contra el gobierno que había sucedido al-Director,
y es derrocado.

El Cabildo se hace cargo del gobierno, y su primer pa9o fué
mandar quemar en la plaza pública por mano del verdugo, los-
decretos infamantes que había espedido el Directorio contra el
general Artigas. •

Y para sincerarse de la parte qne hubiera podido caberle en
aquellas difamaciones, y en justo desagravio del Jeneral Artigas,
dirijíó al pueblo de Buenos Aires la siguiente Proclama.

PROCLAMA DEL CABILDO DE BUENOS AIRES.

El Jucmo. Ayuntamiento de la ciudad de Buenos Aires, á sus
Habitantes.

"Ciudadanos/—Libre3 vuestros Representantes del duro des-
potismo que tan gloriosamente acabáis de destronar, contemplan
un deber suyo, reparar los exesos a que le arrastró su escandalosa
opresión. Empeñado el tirano en alarmar el pueblo contra el que
inicuamente suponía inví^sor injusto de nuestra Provincia, precisó
con amenazas á esta Corporación a autorizar con su firma la infa-
me Proclama del 5 del corriente. Ella no es mas que un tejido
de imputaciones las mas execrables contra el ilustre y benemérito
Jefe de los Orientales D. José Artigas. Solo vuestros Represen-
tantes saben con cuanto pesar dieron un paso, que tanto ultraja
el mérito de aquel héroe, y la pureza de sus iuteuciones.

El Acuerdo secreto que celebró el Ayuntamiento, es un mo-

—19—

aumento que hará la apolojía de su conducta ; y aunque la con=-
fianza con que empezó y continuó sus relaciones con aquel Jefe
la sinceran suficientemente para con vosotros, no obstante cree
deberás protestar la violencia con que le arrancó la tiranía aquella
declaración atráz.

El Cabildo espera de Ja confianza que os merece, que esta so-
lemne Declaratoria desvanecerá Jas funestas impresiones que pudo
ocasionar en vosotros un proeedjmicnto forzado.

"Ciudadanos: Deponed vuestros recelos: vuestros verdaderos
intereses son el objeto de los desvelos de vuestro Ayuntamiento,
y para afianzarlos procede de acuerdo con el Jefe Oriental: la
rectitud de intensiones de este invicto Jeneral es tan notoria, y
la ha acreditado de uu modo tan plausible, que no podéis dudar
de ella siu agraviar su decoro. Olvidad las atroces imposturas,
con que hasta aquí os lo ha presentado odioso la tiranía : destruid
ese fermento de rivalidad, que diestramente mantenía el despotis-
mo á costa de calumnias que dilac.erabau la conducta de aquel
Jefe, para haceros jemir bajo sus cadenas, y alarmaros contra el
bienhechor generoso que se apresuraba á quebrantarlas en nuestro
favor.

Sea uno el interés, uno el principio que anime vuestros pro-
cedimientos ; las comunes ventajas afianzadas sobre Ja base in-
contrastable de la equidad. Esta confianza reciproca, esta unifor-
midad de sentimientos proporcionará á vuestros Representantes
Ja mayor recompensa á que aspiran sus desvelos,—esto es, haceros
disfrutar los bellos días de la abundancia y de la tranquilidad.
Buenos Aires Abril 80 de 1816.
(Siguen las firmas del Ayuntamiento.)

Doctor Frias.—Secretario.

Quizo hacerse mas para alhagar al general Artigas. Se le
remitieron seis gefes de los mas comprometidos con él, con un
proceso y engrillados. Venía entre ellos uno de los que el aCo 12 de-
feccionando de Artigas se había pasado á Sarratea con el Rejimi-
ento de Blandenguez. Pero el general Artigas que no aspiraba á
ejercer una venganza innoble con sus enemigos, devuelve los pre-
sos al gobierno de Buenos Aires, contestándole—"-que d general
Artigáis no era ¿u verdugo."

Este rasgo de nobleza, le capta sino el afecto, al menos el
respeto de sus adversarios.—20—

El cambio de hombres en el gobierno de Buenos Airea, lo
operaba también en la política, y Artigas en este concepto había
regresado de Santa Fó á su cuartel general del Hervidero.

Bajo estos auspicios, Córdoba le acuerda una espada de honor
al Jeneral Artigas, en mérito de loa servicios que había prestado
á aquella Provincia. [1]

El general Alvarez Tomas ocupa el gobierno de Buenos Aires
como Director interino del Estado, y envía una Comisión cerca del
Jeneral Artigas á negociar la paz bajo la basa de la independen-,
cia de la Provincia Oriental. D. José Artigas la recibe caballe-
rosamente. Después de algunas conferencias, el Jefe de los Ori-
entales le propuso un proyecto de Tratado de concordia que com-
prendía trece artículos, y de los cuales copiamos los siguientes.—

datado de Concordia entre el ciudadano Jefe de los Orientales y
el Mamo. Gobierno de Buenos Aires.

"Art. 1.° Será reconocida la Convención de la Províuoia
Oriental del Uruguay establecida en Acta del Congreso del 5 de
Abril de 1,813 del tenor siguiente.—La Banda Oriental del Uru-
guay entra en el rol para formar el Estado denominado Provin-
cias Unidas del Rio de la Plata. Su pacto coalas demás. Provin-.
cias es el de una alianza ofensiva y defensiva. Toda provincia-
tiene, igual dignidad é iguales privilejios y derechos y cada una
renunciará el proyecto de subyugar á otra....

"8.° Será reconocido; como perteneciente á la provincia Ori-
ental del Uruguay cuanto estrajo de ella el gobierno anterior.

"6. ? Reconocerá la caja de Buenos Aires, la deuda de dos-
cientos mil peso3 en favor de la Provincia Oriental del Uruguay,
por las cantidades estraídas de ella pertenecientes á propiedades

(1) Hoaqui la insoripcioa que lleva la Espada de Honor que dedicó al Jeneral Don
José Artigas la Provincia de Oórdoba, (ana de las principales de la República Argentina)
en el aflo 1,815, en reconocimiento de sus servicios; y la cual se halla depositada en _ el
Museo Nacioual en Montevideo, por especial disposición del Gobierno Oriental, á quien
la presentó el ciudadano D. Leandro Gómez.

En la baina se lee lo siguiente—

La espada del Jeneral Artigas.
Córdoba en sus primeras ensayos, a su Protector el in-
mortal Jeneral D. José Artigas.—Año 1815.

En el anverso' de la hoja se lee—

•órdoba independiente á su Protector.

,    En el reverso dice—

General D. José Artigas.—Año 1,815,

—21 —

de Españoles en Europa • cuya suma debe ser satisfecha en el
preciso término de dos años, admitiendo para ayudar la facilita-
ción do este pago la mitad délos derechos que los buques de los
puertos de la provincia Oriental del Uruguay deben pagar en
Buenos Aires.

"7.*° Se auxiliará con instrumentos de labranza á los labra-
dores de la provincia Oriental del Uruguay en la forma bastante
á resarcir al menos en una 5, 65 parte los grandes perjuicios que
han sufrido.

"12 Se admitirá por el gobierno de Bueuos Aire3 un sistema
equitativo para indemnizar á Montevideo de la contribución enor-
me que se Je hizo sufrir después de haber sido ocupado por el
ejército auxiliador*

"13. Las provincias y pueblos comprendidos desde la márjen
oriental del Paraná hasta la occidental, quedan en la forma inclu-
sa en el primer articulo de este Tratado, como igualmente la3
provincias de Santa Fé y Oórdobá, hasta que voluntariamente no
quieran separarse de la protección de la provincia Oriental del
Uruguay >y dirección del Jefe de los Orientales.

Cuartel general) Junio 16 do 1815.

José Artigas.

Los Comisionados dé Buenos Aires no lo aceptaron. A su vez
propusieron otro proyecto, que aun cuando reconocía la indepen-
dencia de la Provincia Oriental, prescindía de otros puntos esen-
ciales de las proposiciones de Artigas, como de lo estatuido en la
Convención del año 13; se proponía la demolición de las murallas
de Montevideo, "por convenir así á los intereses jenerales de la
"Nación," sin aclararse bastantemente loj derechos y posición en
que quedaban las Provincias y pueblos comprendidos desde la
márjen oriental del Paraná hasta la occidental, como así mismo San-
ta Fé y Córdoba, con quienes estaba ligado por sérios compromi-
sos el Jeneral Artigas, cumpliendo á su lealtad no quebrantarlos.

Estas consideraciones influyeron sin duda en el ánimo de Ar-
tigas, para no asentir á las proposiciones de los Comisionados, en
cuya consecuencia se retiraron sin arribarse á nada definitivo, pero
en buena armonía.

En este estado de cosas, procede el general Artigas á convocar
un Congreso Provincial en Paysandú, coa la noble mira de proveer
á la necesidad palpitante de organizar la Provincia y darle institu-
ciones, v—22—

El Congreso nombra cuatro Diputados de su seno para ir en
Comisión á Buenos Aires, a tratar nuevamente de arreglos pacífi-
cos» con aquel gobierno, y el 3 de Agosto proponen la paz bajo
esta única base:^"Habrá paz entre los territorios que se hallan
"bajo el mando y protección del Jefe de los Orientales y el Exmo.
"Gobierno de Buenos Aires."

El comisionado por parte de Buenos Aires exijio que esta
proposición se esplanase en varios artículos qse propuso. Los
comisionados Orientales no los aceptaron y regresaron á Paysandú.

Cuando los Diputados fueron al Cuartel general de Artigas,
tuvo lugar un episodio que revela la sencillez de la vida del Jene-
ral, que lejos de ostentar lujo, ni boato, no se diferenciaba mucho
en su mesa, de la mas pobre de sus inferiores.

Bastará decir, que en la comida con que obsequió a-los Dipu-
tados, los vasos y las cucharas de su mesa eran de aspa, trabaja-
das por sus soldados. Tan modesto era el servicio del hombre
insigne que había fundado una Nacionalidad- Si Sau Martin,—el
genio del Ejército que escaló los Andes,—andaba en Mendoza,
al decir de un contemporáneo, con pantalones rotos y zapatos re-
mendados, Artigas, no tenia en su mesa siuo cucharas de aspa, vis-
tiendo una modesta casaca, un pantalón raído, y usando en su ca
bailo un modesto apero, con unas simples copas de plata.

Con este motivo D. Manuel Macho su apoderado, que lo había
presenciado, mandó de regalo al Jeneral una docena cucharas de
plata con las iniciales de su nombre.

La influencia del general Artigas prevakcía á despecho de las
maquinaciones de sus enemigos. Independiente y altivo por carácter
no se plegaba á nada que en su sentir menoscabase la independen-
cia de su país, que amaba con fanatismo, ni el pundonor do sus
paisanos. En pugna con toda dominación que á su juicio remedase
el coloniaje de que los Puebles se habían substraído, nada podía
reducirlo á tolerarla. Era idólatra de sus fueros, aun cuando
equivocase I09 medios de sostenerlos.

Para sofocar pues, el jérmen de estas ideas que se se propa-
gaban, y la resistencia que se sentía á unas tendencias mal ó
bien comprendidas, laudables ó siniestras, "se concibió el sublime
"proposito [dice un ilustrado contemporáneo] de entregar la Pro-
vincia Oriental al yugo de una Potencia estranjera, mandando
"para el efecto noticias, planos é informes cstadíeticoe á la corte
del Janeiro.'"

—23—

Mientras se fraguaban en el secreto de los gabinetes estranje-

rOf Ihs nuevas cadenas'que debían imponerse, como médio de apa-
gar la anarquía de la ép«ei, se erijía en Montevideo bajo el gobi-
erno de Artigas un monumento á Ja civilización, fundándose Ja
Biblioteca pública. Se fundaba el templo de Canelones, se proveía
al del Carmelo, se restablecía la imprenta, se propendía á con-
tener las depredaciones de los charrúas en la campaña, y se daban
los primeros pasos en la senda de la organización política, que
había de conducir al establecimiento de gobiernos regulares.

Mientras esto acontecía en la Banda Ofiental, el gobierno de
Buenos Aires mantenía en San Nicolás un Ejército de observación
sobre Santa Fé, en virtud de las desavenencias subsistentes.

El general Artigas había destinado fuerzas en protección del
gobierno do Santa Fó al mando del comandante en gefe dé ellas
D. José Fraucisco Kodricuez.

El gobierno de Buenos Aires trata de promover oberturas
pacíficas con las Provincias separadas. Manda en efecto en Abril
de 1,816 una comisión cerca de D. Mariano Vera gobernador de
Santa Fé con este objeto. Vera la acepta, pero pone por condi-
ción que "para tratar de paz es indispensable que concurran á
ello los Diputados del general Artigas, y que mientras tanto se
retirase la Comisión á San Nicolás."

El gobernador de Córdoba D. José M. Díaz envía cerca del
general Artigas a D, José Izara en comisión, por cuyo intermedio
le hace algunas consultas y le ofrece un continjente si fuese ne-
cesario reforzar a Santa Fó*

Por fin se arriba á un acuerdo, celebrando el Tratado de
Santo Tomé, á que concurrió D. Cosme Maciel como Diputado
del general Artigas, y parecía que iva á restablecerse la buena in-
teligencia entre los gobiernos disidentes. Pero por desgracia el
de Buenos Aires no ratifica el Tratado, y su Comisión avisa su
retiro al gobernador áe Santa Fó D. Mariano Vera.

Fracasada la negociación, el general Díaz Veloz se mueve
sobre la provincia de Santa Fó. El comandante en gefe de los au-
xiliares Orientales D. José Francisco Rodríguez que está en obser-
vación, manda interrogarle sobre el objeto de su marcha no estando
rotas las hostilidades, y le contesta que se retire. Iustantaneameute
oficia Díaz Velez á Espeleta, dicieudole "que anunciaba al Cabildo
de estos pueblos las justas razones que motivan su marcha, y ame-
nazando con el rigor de las armas."   Las hostilidades se renuevan.-—24—

En esta situasion manda Puirredon á Ca$tes y al Dr. Funes .
comisión para hacer cesar las hostilidades.   Y en fecha 10 de Se-
tiembre previene al gobernador de Santa -Fé, que había librado
órdenes para que el Ejército de observación se retirase á Buenos
Aires.

Surje una nueva tentativa de tranaacion, pero como seesclu'
yese de ella al general Artigas, Vera manifiesta á Puirredon "que
"el plan de esas trnnsaciones exije que no se desagrade á D. José
"Artigas, que tiene á Santa Fó bajo su protección." Puirredon
no admite otra intervension que la del Congreso, a que no habían
concurrido con sus Diputados las Provincias del litoral, y a nada
puede arribarse.

Mientras esto tenía lugar en la Banda occidental, las armas
do Portugal forzaban las fronteras de la Provincia Oriental y su
escuadra se posesionaba del puerto de Maldonado. Un ejército
de 10,000 hombres invado el territorio en Setiembre de 1816 á las
órdenes del Janeral Lecor, y empieza una nueva série de trabajos,
fatigas, sacrificios y vicisitudes para el Fundador de la Nacionali-
dad Oriental, que no puede consentir en que su. Patria doble la
cerviz al yugo estranjero.

Entregado el país á su sólo recursos para defenderse, á ellos se
apela. Organiza en la Purificación un Ejército de tres mil hombres.
Ordena al comandante Rivera que marche á la frontera de Santa
Teresa con las milicias de Estramuros de la capital y Maldonado.
Manda á Otorguós que reforzado con las milicias de San José y
Cerro Largo, marche al encuentro del general Silveira que se ha-
llaba en Yaguaron. Hace que el - coronel Berdun que estaba en
Entre-Kíos, repase el Uruguay por Belén y se sitiíe entre el Cua-
rein é Ibicui. Ordena que el coronel Andrés Artigas (índijena
que había criado desde la niñez) invádalos siete pueblos deMisio-
siones Orientales que ocupaban los portugueses desde 1,811, don-
de forma nna División de tres mil hombres; y finalmente, marcha
en persona el mismo general Artigas á situarse con una columna
en la frontera de Santa Ana.

El país se levanta como un solo hombre á la voz de la Patria.
El entusiasmo es general ; se lleva hasta el fanatismo. Artigas es
como el ídolo que rodean los guerreros mas esforzados que han ilus-
trado la epopeya de la joven República, en las guerras de su in-
dependencia. Su nombre famoso resuena en los cánticos populare*
y en el himno marcial que entonan los patriotas.—

—2e—

La guerra contra el invasor se sostenía con perseverancia y
desicion, no ó"bstante la deficiencia de. recursos de los patriota*,
que carecían de armamento y municiones. La suerte de las armas les
fué adversa en San Borja, Arapey, Carumbé y Belén, pero los
contrastes solo sirven para enardecerlos ante la nacionalidad
ofendida y para iuspirar á Artigas los medio»de la resistencia.

Hace retirar todas las caballadas, y privando a} enemig^ de
este niédio de movilidad tan necesario, le dificulta sus marceas.

Fuerzas de Artigas se interponen entre las tropas del gene -
ral Curado y del general Lecor que marchaban divididas, cor-
tándoles la comunicación y capturándoles chasques y partidas
enteras.

El 19 de Noviembre tiene lugar la acción déla ludia Muerta
con la vanguardia de Voluntarios Reales mandada por el marqués
de Alégrete, que obtuvo la victoria sobre la fuerte división que
combatió á las órdenes del comandante Rivera, Este contraste
de las armas nacionales permite al general Lecor avanzar sobre
Maldonado y ponerse en contacto con la Escuadra.

El enemigo poco después sigue sus marchas á Montevideo y
la plaza estaba amenazada. En esta emerjencia, resuelve el Cabildo
de Montevideo de concierto con el Delegado, mandar en Comisión
dos miembros del cabildo cerca del gobierno de Buenos Aires á
recabar algunos auxilios.

Para obtenerlos, no se presentó otro arbitrio que asen-
tir á la incorporación del territorio. Oriental al Estado de las Pro-
vincias Unidas, enarbolando su bandera y jurando obediencia al
Supremo Director y al Congreso. Solo á este precio podía obtenerse
la protección del gobierno de Buenos Aires. Se consideraba in-
minente el peligro de la plaza y se suscribió ála ley de la necesidad.

Celebróse la Acta de incorporación y antes de ser ratificada
se mandó publicar en Buenos Aires. El general Artigas cree vel-
en este hecho la ostentación de un triunfo del Directorio, menos-
cabada la justicia y derechos de la Provincia Oriental ó inconsul-
tos los intereses de los demás Pueblos que estaban bajo su pro-
tecciou. Dominado por estos, sentimientos, desaprueba lo pactado
y escribe desde su campo en Santa Ana á I03 Comisionados en 26
de Diciembre, entre otras cosas lo que sigue:-—"El Jefe de los
"Orientales ha manifestado en todos tiempos que ama demasiado
"6U Patria, para sacrificar este rico patrimonio de los, Orientales!
"al bajo precio de la necesidad.   Por fortuna la presante no efi—26—

"tan estrema que pueda ligarnos á un tal compromiso. Tenga
"V. S. la bondad de repetirlo en mi nombre á ese gobierno y ase-
gurarle mi poca satisfacción en la liberalidad desús ideas con la
"mezquindad de sus sentimientos."

Artigas miraba con disgusto que á pesar de las protestas que
había recibido del Supremo Director ' 'del interés que tomaba por
'•la suerte de las armas del Jefe de los Orientales, y do los votos
•'que hacia por la prosperidad de so campaña, como que sus resul-
"tados tendían al bien ó al mal de las provincias de la Union que
"presidía," se permitiese el comercio con los Portugueses en Bue-
nos Aires, donde mandaban frutos do la Banda Oriental, con la
que se favorecía al invasor de ésta. Como continuase aquel trá-
fico, recurrió el general Artigas al establecimiento de corsarios^
á cuyo efecto espidió algunas patentes de corso como méd¿0 de
hostilizar al enemigo.

Sacando, por decirlo asi, recursos de la nada, Artigas continúa
la guerra en campaña con buen suceso.

A favor de su propia baquía (que era tal, que cuando su ba-
queano Perú perdía el rumbo, lo guiaba el Jeneral) sorprende
en el Catalán al ejército del general Curado, haciéndole un des-
trozo considerable.

Sin embargo, rehecho el enemigo y restablecido de su prime-
ra sorpresa á favor de algunos cuerpos que se organizan y acuden
en protección de los suyos, logran empeñar con éxito un combate
encarnizado con las fuerzas, patriotas, que á pesar de la inferioridad
de su número y de su falta de armamento, disputan al enemigo con
heroicidad la victoria, llegando hasta pelear con loa cuchillos.—
Artigas pelea & la par de sus soldados con bravura, es el primero en
afrontar la muerto y su lanza le abre paso por entre los escuadro-
nes enemigos á cuyas hileras lleva el pavor y el destrozo. Des-
graciadamente flaquea uno de sus costados y la fortuna ingrata ma-
logra tanto heroísmo, arrebatando á las armas de la libertad el me-
recido lauro de una victoria espléndida.

El enemigo qusda dueño del campo, logra apoderarse del ba-
gaje del Ejército de Artigas, hace bastantes prisioneros, pero
queda tan postrado que no puede evitar que á su vista se retire
bizarramente el general Artigas, salvando porsion de heridos y
desplegando la Tricolor que ostentan los restos del ejército salvado.

Solo en herido», refiere el general Rivera en su Memoria, tuvo
sobre dos mil el Ejército de Artigas que constaba de siete mil hom*

—27—

bres, salvando á muchos de ellos de caer en poder del enemigo.

El Ejército del general Carado era superior en número, en
disciplina y elementos de guerra al del mando del general Artigas,
formado de milicianos. El ejército enemigo se componía de tro-
pas disciplinadas y aguerridas, que se habían batido con los gene-
rales mas famosos de Napoleón. El de los patriotas puramente
de milicias sin la práctica de las evoluciones, y solamente ricos
en ese valor y entusiasmo que infunde la santidad de la causa que
se defiende, cuando se lucha por sus dioses lares, por sus dioses
penates, que sabe obrar prodijios.

Después de éste contraste acaecido el 4 de Enero de 1,817, el
general Artigas se retiró á la Purificación, ocupando Curado la
rnárjen izquierda del Coarein.

Diez y seis dias después del revóz del Catalán, ocupa la plaza
de Montevideo el general Lecor, evacuándola los patriotas.

Las vistas del euemigo se dirijen entonces a ambas márjenes
del Uruguay,—á Artigas y á sus aliados,—y desembarazado de
la atención de la plaza de Montevideo, cree poder contraer todas
sus fuerzas á dominar la resistencia de la campaña y anonadar á Ar-
tigas.

El general Lecor ensaya primero el médio de un sometimiento
voldutario. Manda proponer al general Artigas, reconocérsele en
el grado de coronel y asignársele el sueldo correspondiente á su
clase mientras viviese, siempre que consintiera en retirarse á resi-
dir en el Janeiro ó en otro punto que se le designase en el Reino
de Portugal. El patriota general Artigas deshecha con altura tal
proposición, y coatesta que mientras tenga un hombre hará la
guerra al invasor de su Patria.

Artigas se rehabilita de las pérdidas sufridas, y emprende la
guerra de recursos. Las fuerzas del comandante Rivera hostilizan
de cerca á las de Lecor y las de Artigas á las de Curado que
quedan separadas por 80 ó 100 leguas- Cortan la comunicación
entre ámbos ejércitos, les quitan las caballadas y los reducen á
la impotencia.

Todo el resto del afio 17 se mantuvo Curado en el Cuarein
incomunicado con Lecor, sin dominar mas que el terreno que pi-
saba, acosado por las partidas de los patriotas, mientras qne en
el centro de la campaña batían los mismos en todas direccio-
nes á las tropas de los generales Pintos y Silveira hasta obligar-
los tres y cuatro veces 4 encerrarse dentr svideo. El

- r-'enemigo estaba tan desmoralizado, que desertaban en grupos hasts
de á 50 cou sus armas los continentales, para volverse á so pro-
vincia y los europeos quedaban con los patriotas.

Un incidente inesperado viene á complicar la situasion. El
'^Directorio de Buenos Aires, lanza una espedicion al Entre-Ríos al
mando del coronel Montesdeoca y de Viera. Desembarca en los
Toldos y -asi. que toma caballos se interna en el departamento de
Gnaleguaycnú y amaga al pueblo, escopeteándose sus partidas con
las de Samaniego. El comandante general D. Francisco Ramírez
marcha con .sus fuerzas á repelerla y Artigas tiene que distraer una
parte de ías suyas en protección de Ramírez y en observación de
la costa. Destina al comandante Aguiar y,al capitán D. Faustino
Tejera en persecución.del enemigo en sus correrías. Baten y derro-
tan en Averías á una parte de las fuerzas invasoras, y luego derrota
Ramírez á Montesdeoca en Santa Barbara, obligándolo a retirarse
á los Toldos. Tejera lo persigue hasta obligarle á reembarcarse
en Landa, evacuar el territorio y retirarse á Buenos Aires.

En este estado de cosas había ordenado Artigas á Méndez go-
bernador de Corrientes, que procediera á un enrolamiento general
en aquella capital y que marchase la fuerza á campana para re-
forzar á Ramírez. Méndez en efecto hace marchar el continjente a
campaña al mando de D. Francisco Vedoya- Este se pronuncia
contra Méndez, contramarcha á la capital y lo depone. El coronel
Andrés Artigas invade la capital de Corrientes, Vedoya y sus
partidarios la abandonan emigrando á Buenos Airea, y Méndez es
repue.ato en el gobierno..

Éste suceso desconcierta el plan-de los invasores del Entre-Ríos,
que lo abandonan, hostilizados por las fuerzas de Artigas y Ramírez.

El general Artigas en previsión de otra cualquier tentativa y
consultando la seguridad de las costas, manda establecer una bate-
ría en el Paso.de, Vera y otra en Perucho Verna, arma dos ó tres
lanchónos y hace r,que Ramírez se, sitúe con sus fuerzas sobre la
costa del  Uruguay, con un corto continjente que pide de auxilio á

Santa Fé.     , j

En esta situasipn trata el general Lécor dé organizar una Es-
cuadrilla para tentar por el Uruguay abrir comunicación con el
ejército de Corado de quien nada sabía.

Curado abre su segunda campaña moviéndose del Cuarein, y
logra tomar prisionero aj bravo capitán Lavalleja que mandaba la
vanguardia de Artigas, batierfdo al comandante Castro. Artigas

tiene que abandonar la Purificación y retirarse ni paso del Sanee
«ii el Qifégwy. Rivera deja una fuerza sobre la línea de Monte-
video y marcha á ponerse en contacto eon el general Artigas.

Lecor manda á Barrozo en comisión á Bnenos Aires cerca del
Director Pueiredon, con la idea al parecer de recabar so consen*
timíento para que la Escuadrilla portuguesa pasase Martin García
y subiese el Uruguay. Al principio ee le negó el pasaje, pero
después se le permitió penetrando en el Uruguay cuatro buques
de guerra el dos de Mayo, y ostentándose por primera vez las
quinas de Portugal en medio de aquel santuario de grandeza.

Dejemos al mismo general Artigas que esplique la situasion
del enemigo en aquellos días, la opinión que tenía de su poder,
l'o que se prometía antes de saber la entrada de la Escuadrilla
en el Uruguay y cuales eran sus sentimientos. Con data siete de
Mayo de 1,818 escribía el general Artigas desde su cuartel ge-
neral al gobernador de Santa Fó D. Mariano Vera, entre otras
cosas, lo siguiente.-^

"........Los Portugueses por sí'no son capaces de llevar

"adelante su conquista. Sin embargo de habernos acometido en
"los momentos mas críticos nada han adelantado. Sus empresas
"son muy tristes. Hasta lo presente solo ocupan el terreno que
"pisan, no obstante de habernos encontrado tan distantes 'y divi-
didas nuestras fuerzas ; pero actualmente me hallo en ñn estado
"respetable y- capáz de obrar eficazmente sobre ello3. V. S. nada
"tema; aun en un momento desgraciado ellos no tienen como ade-
lantar. Algo hemos 8ufrido por la omisión y descuido de los
"paisanos, pero estos tocan ya los males de su dominación y- cor-
derías, donde nada perdonan........ ....

"V. S. sosténgame esa Provincia con la enerjía que debo es~
"perar, para que los Porteños no introduzcan el gérmen de la.
"división y sizaña; que por lo demás mientras viva Artigas la
"Patria ha de ser libre de tiranos."

".. ..Hasta el- presente no hemos !echo mas, qué- burlar los
"esfuerzos del enemigo y apurarlos- con privarles los recuHos: en
"adelante será otra cosa.". ...

Contra todos los cálculos delJéheral se interna la escuadrilla
al Uruguay, sin que en Mártin García se le disputase el paso y
cuando menos se esperaba remonta á mediados de Mayo hasta el
Paso de Vera, donde se bate con la batería por tres cuartos de
hora-, logrando pasar no sin haber sufrido pérdidas y averías.—30-

Continuando su viaje hasta dar con las fuerzas de Curado,
bate las otras baterías sobre Payeandú y asciende hasta San José
del Uruguay donde estaba Curado, y por este médio Lecor se pu-
intelipucia con aquel Jefe después de mas de siete meses de inco-
municación, poniéndolo en actitud de emprender operaciones.

A favor de la escuadrilla badea Bentos Manuel el Uruguay
con 600 hombres ó invade el Entre-Ríos. Logrando sorprender
en el arroyo del Pospos al comandante D. Gregorio Aguiar que
tenía 200 libertos, dispersa al comandante Tejera y marcha sobre
la Concepción del Uruguay [Arroyo de la China) á donde se había
adelantado la Escuadrilla. El comandante general Ramírez que se
hallaba á alguna distancia con 300 hombres y el parque, y que se
disponía á venir sobre el enemigo, se vió en la necesidad de reti-
rarse. Bentos Manuel arrebata algunas caballadas y repasa el Uru-
guay para reunirse á Curado.

De este lado, el 24 de Mayo sorprenden los patriotas los pues-
tos avanzados del ejército enemigo, le hacen porsion de prisione-
ros, le arrebatan mas de tres mil caballos de reserva, y lo baten
en varios eucuentros.

El coronel Artigas [Andrés] con los índijenas hostiliza al ene-
migo en su mismo territorio, y si por un lado reporta alguna
ventaja el lusitano, por otra sufre descalabro.

"Hemos marchado, describía el general Artigas el 3 de Junio
"al gobernador de Santa Fe) el presente año llenos de contradiccio-
"nes por Buenos Aires, amenazados por el Paraguay y atacados
"fuertemente por el Portugués.... Sin embargo. Tos sucesos se han
"alternado, y el Portugués ha tenido que esperimentar no pocos
"contrastes en su territorio y el nuestro desde que ha empezado sus
"marchas.... Ya estaríamos mucho mas avanzados en la empresa,
"sino logran el favorable proyecto de repasar al otro lado del Uru-
"guay, sorprender las tropas y dispersarlas....

"Yo evitaba los lances hasta reforzarme. Mis fuerzas divididas
'con las varias ocurrencias no pude reunirías á tiempo oportuno.
"Sin embargo de haberme cortado la  comunicación con las del
"Uruguay, he podido rcunirme'con D. Frutos y andamos sobre ellos.

"El orizonte se vá aclarando mucho para que dejemos de con-
seguir ver libre nuestro país de tiranos. Todo vá cambiando de
"aspecto. Buenos Aires ha desistido de 6u proyecto de renovar la
"nueva espedicion fomentada por Pueiredon para el Entre-Rios.
"Los ingleses empeñados en formar corsarios para desterrar los

81—

"Portugueses del Rio de la Plata. Todos estos incidentes son de-
' bidos á la presencia del portugués invasor y ellos deben consi-
derarse como el pronóstico de una serenidad inalterable/'

Once días después de esta comunicación sorprendían los solda-
dos de Artigas las grandes guardias del general Curado en la Pu-
rificación, arrebatándole carretas, ganados y caballadas, después
de haberle batido en el Chapicuy una división de 700 hombres,
obligando á Curado á abandonar la Purificación, y repasando el
Daiman retirarse al Salto donde estableció su campamento.

El general Artigas oon 1,200 hombres ocupaba la raárjen iz-
quierda del Queguay Chico, de donde desprendía fuerzas á hostili-
zar al enemigo. Bentos Manuel consigue una madrugada caer
sobre el campo de la infantería, la cual se dispersa y gana el monte.
Horas después aparece Rivera con caballería, carga á Bentos Ma-
nuel, lo pone eu fuga, le quita la caballada y lo persigue hasta el
Daiman salvando favorecido por los montes.

La lucha continuaba en la campaña, cuando un suceso de gra-
vedad viene á hacer necesaria la presencia del general Artigas en
otro teatro. Un nuevo peligro le amenazaba, obligándole á sepa-
rarse del territorio Oriental y distraer una parte de sus fuerzas en
otra parte.

Ramirez acababa de pronunciarse en Entre-Ríos contra Arti-
gas.

Artigas pasa á Misiones, se pone en contacto con el goberna-
dor de Corrientes. Reúnen fuerzas y marcha al Entre-Ríos,
viniendo en su compaña Méndez el gobernador de Corrientes.—
Ramirez reconcentra sus fuerzas en la Bajada donde se atrinchera.
Artigas se dirije á aquel punto. Ramirez con alguna intantería al -¡
mando del coronel Mansilla, con dos ó tres piezas al mando de D.
Francisco Pereira y su caballería, se bate con la caballería de Ar- /¿"V
tigas el 27 de Marzo de 1,819 en el Saucesito, y es derrotada.

Ramirez marcha en su persecusion con 800 hombres, dirijien-
dose Artigas para Corrientes. Ramirez la invade poco después;
hay lucha, pero al fin se apodera de la capital, que se plega a Ra-
mirez, habiendo quedado en poder de este como prisioneros el
ex-gobernador Méndez y el padre Monteroso secretario de Artigas.

El general Artigas se retira a las Misiones y desde allí auu
que falto absolutamente de recursos, hostiliza al portugués por
mas de seis meses consecutivos.

No pudieudo humanamente sostenerse allí por mas tiempo, perse-guido por la fatalidad del destino, amargado por la defección, en
tristecido por la- saerte de su Patria que la mirab'a uncida al car-
ro del- cáuttverio, desengañado de la inutilidad de sus esfuerzos
heroicos, acongojado por la ingratitud, no quiso presenciar la
coDsumaciofi del sojuzgamiento de su país por el' estraujero, ni
rendir eu espada á los que había combatida t intos años como ene-
migos. ' Una -noche rodeado de sus mas leales y constantes com-
pañeras, les revela su última y heróioa resolución,—pedir al Pa-
raguay ün asilo, dando un adiós a la Patria. Ansína. su buen An-
sipa, es el primero que puesto en pió le responde—"rni Jeneral,
yo-lo seguiré aunque sea hasta el fin del mundo.''

Y una lágrima se vé desligarse, por aquel rostro que reflejaba
la nobleza del alma, contestándole "todos como tu, pero yo no
"quiero violentar la voluntad de nadie ; me seguirá el que quiera.'
— Y todos se manifestaron resueltos .á seguir la suerte de su Je-
neral.

Al día siguiente marcharon, haciendo saber su resolución á
la tropa. Algunos quisieron permanecer en las Misiones, sigui-
endo los mas al Jeneral á su ostracismo voluntario.

El 20 de Enero de 1,820 se presenta Artigas con su fuerza
frente á Itapuá en la márjen izquierda del Paraná, donde había
una guardia Paraguaya, y manda pedir hospitalidad para él y su
tro}|a al Dictador del Paraguay. Este se la concede, enviando al
siguiente día un escuadrón con orden de hacer pasar el Río á los
emigrados, debiendo deponer sus Armas.

El general Artigas pasó el primero el Río pisando la tierra hos-
pitalaria, para no volver á ver jamás levantarse el Sol sobre el ho-
rizonte de su Patria !. . .. De aquella patria que había acariciado
en su imajinacion con bellísimos colores y formas colosales, pero de
cuyo regazo le alejaba el vendabal de la guerra civil y el rigortdel
infortunio.

Al pasaje del Jeneral siguieron porsion de sus companeros,
habiendo preferido algunos indíjenas volverse á las Misiones.

El Jeneral entregó 6u espada y su bastón al comandante de
la fuerza y se le condujo escoltado á la capital, tratándosele con
toda consideración.

Aun cuando anteriormente habían surjido algunas desinteli-
jencias entre el Dictador y Artigas, que produjeron la interdicción
dél comercio, las hostilidades no se habí an roto nunca entre ambos,
mirando el Dictador en Artigas una guardia avanzada contra Bne-

—33—

nos-- Aires, y este en aquel, sino un amigo decidido, por.lo menos
un vecino inofensivo, por lo cual había dejado libre la comunica-

ei<«i>.'.':.!   --o,' •■• ;.; >  ¡    »poo ¿¿;" o¡   oJ-r/stj To-^cfrt ni; «íüt'itfteiC

El Dictador Francia le dió por albergue al principio el Con-
vente/ de► la Merced, donde lo mantuvo tres meses. Todos los dias
mandaba el Dictador uno de sus empleados á saludar al Jeneral y
preguntarle como iva, hasta que un día cansado Artigas de per-
manecer en aquel encierro, contestó a la-pregunta de su visitante é
interlocutor^—Como quiere Vd qm me vaya.... soldado entre
Jfrailó-s. Esta reapuesta le fué transmitida al Dictador, y com-
prendiendo por ella, que Artigas no estaba contento allí, dispuso
fuese trasladado á Curuguaty, pueblito distante de la Asunciou 85
leguas donde fué confinado.

El general Artigas nada tenía cuando emigió al Paraguay.—-
En Santa Fe había quedado en poder de D. Luis Aldao la mayor
parte de su ropa, algunas prendas, muebles y una espada regalada
por Pueirredon, que se le había remitido de Montevideo. En Cor-
rientes había dejado en el pueblo de la Cruz al retirarse á las Mi-
siones destruidas, un carguero con ropa y dinero, de manera que
al asilarse en el Paraguay, se hallaba absolutamente falto de re-
cursos para la vida».

La generosidad del Doctor Francia, se encargó de reparar
esta necesidad en su ostracismo.

El Dictador le señaló una casa, tierras y treinta y dos pesos,
mensuales de sueldo para su manuteusiou en Curuguaty, ordenan_§
al comandante del partido que le suministrase cuanto pudiera ne-
cesitar y le tratase con toda consideración. Independiente de esto,
le envió el Dictador un carguero de ropa para su uso, y anualmen-
te le pasaba un vestuario.

. El.Div Francia decía, que al admitir al general Artigas en el
Paraguay asegurándole una decente existencia, quería respetar los
derechos de la hospitalidad, que tanto veneran los habitantea do
aquel país. ,:

, Allí el que había hechado los fundamentos de la Nacionalidad
Oriental, el guerrero indómito que había llevado la influencia de su
nombre hasta mas allá del Uruguay, y cuya espada inclinó mas
de una vez la balanza del destino de los Pueblos, se dedicó eu
su emigración, cual otro Cincinato á labrar la tierra á la edad
de sesenta años. Habituado al trabajo desde la juventud, y go-
zaado.de mi   temperamento   robusto, pronto se familiarizó.' córt—34

aquella nueva vida, llegando á ser el padre de los pobres del dis-
tr1f&.'rf >>o «' '.>vr:r obííftrJfiW í/?n;i o! ovifciiytom oiiíoív nxi

Distribuía la mayor parte de sus cosechas entre l<os necesita-
do?, empleando su sueldo en Bocorrer la indijencia y en prodigar
auxilios á los enfermos del lugar.

Sabido esto por el Dictador, le retiró después de algún tiem-
po el sueldo que le pasaba, suponiendo que Artigas no lo necesi-
taría para sí,  visto el destino que le daba.

Cuando falleció el Dictador, fue arrestado el gene/al Artigas
sin saber la causa de su prisión. En cironnstancias de hallarse
arando, se le presenta una partida y le intima }a vo.t de arresto,
conduciéndole á un encierro donde permaneció un mes. El ge-
neral sorprendido, no podía esplicarse la causa de aquel inesperado
procedimiento, pero sospechó que pudiera tener orijen en el falle-
cimiento del Díetador, qué quizá habría acaecido.

Asi faé efectivamente, y al ponérsele en libertad se le dijo que
se había tomado aquella medida preventiva en fnerza de las
circunstancias, pero que el gobierno estaba plenamente satisfecho
de su conducta.

Con éste motivo el gobierno que sucedió al Dictador, queri-
endo mejorar su situasion, le señaló por residencia una de las po-
seciones del Jeneral López actual Presidente del Paraguay, si-
tuada como á una legua de la Asunción.

Allí pasó un tiempo en absoluta pobreza. Ansína, su viejo
compañero de emigración, que tenía cuatro años mas de edad que
el Jeneral, permanecía al lado de su antiguo gefe y era quien cui-
daba de su subsistencia. Cada tres días le traía personalmente la
leña para el consumo, le preparaba el alimento y desempeñaba
todas las funciones de un asistente.

El Jeneral hablaba perfectamente el guaraní, y se entendía
bien con aquella buena gente que le dispensaba beneficios. Había
un moreno llamado Montevideo, á quien quería el Jeneral por el
nombre y por ser uno de los buenos soldados que le habían acom-

Íjañado «n sus campañas. Este acostumbraba ir á saludarlo todos
os Domingos, y compartía en esos dias con su inseparable Ansi-
na el cuidado de hacer mas agradable la vida á su viejo Jeneral,
preparándole viandas estraordinarias y apetitosas, de las que mas
le gustaban, especialmente dulces,[conforme á los escasos recursos de
que podían disponer.

Km menaje era tan pobre, que una canilln de pájaro con un

—35 —

envoltorio de cerda al pió Je servía de bombilla para tomar el

mate. Los domingos solía alquilar lo mejor de su ropa raída á
los industriales del luga', á cambio de maíz, mandioca y miel,
sirviéndose de esta última para endulzar el agua con que aebabael

mate á falta de azúcar.

El chipá, de que usaban los mas pudientes para su mesa, so-
lía alcanzar á la de aquel ausiano por vía de regalo.

En este estado de miseria vivía el que había sacrificado hono-
res y fortuna á la rijidéz de sus principios republicanos y en el
altar de la independencia de su Patria.

Un día fué encontrado y reconocido en el camino por un tran-
seúnte, que la fortuna quiza lo fuese precisamente un hermano del
general López, é impuesto de su situasion, se apresuró como su
ángel tutelará ponerlo en conocimiento del Presidente de la Re-
pública, quien inmediatamente tomó providencias para mejorar la
situasion del general Artigas.

Dispuso que bus criadas cuidasen y sirviesen al general y se
le suministrase lo preciso para su manutención. Ellas estaban en-
cargadas del labado y planchado de su ropa y del aseo de su alo-
jamiento. Este lo tuvo en una chacra ó quinta perteneciente al
Presidente López, inmediata á la posecion que ocupaba su familia
y el Cónsul Brsailero, cuya exelente sociedad vino á endulzar
los últimos dias de la vida de Artigas.

El ansiano Jeneral por mero pasatiempo se dedicó entonces á
trabajar una pequeña huerta á la edad de ochenta años, gozando
buena salud.

Haremos aquí una pequeña digresión.—Fenecido el Dictador,
era la oportunidad de tratar de restituir al seno de su Patria al
ilustre cautivo, cuyo robusto bru¿o quebrantára en mejores dias
los primeros eslabones de sus cadenas. Había que reparar en'él
el mismo error que padeciera la América meridional en él olvido
de San Martin y de Bolívar.

En efecto, el año 4íf el G-obierno de la República que presidía
©1 general Rivera, mandó en comisión al Paraguay al comandante
D.Federico Albin, con el espreso objeto de traer al general Ar-
tigas, pió vio los pasos necesarios para recabar del Gobierno Para-
guayo el respectivo pasaporte. >

Pero el comandante Albín regresó sin lograrse el objeto de su
misión, por cuanto el noble Jeneral carecía de loa recursos ne-
cesarios para poder restituirse á su país coalla dignidad iqae cor--'36—

respondía ai elevado CafaetéW que había investido en su jmíi'm
■ En 1,846, cuando la espedicion Anglo-francesa subió hasta la
Asunción,- fué en; el 'ffult&k el hijo del Jeneral Artigas, con animo
do- tfder á su anciauo y respetable padre, -aprovechando la genero-
sía oferta del comandante del "Fnlton," de transportarlo con toda

0»m,(*ehx¿*dV'

No pudo realizarlo, si bien le proporcionó el inesperado gozo
de ver al que había dejado niño, depositando en su sunu sus
pensamientos y dolores.

El general conservaba tan vivo en el corazón el amor á la
Patria, como el recuerdo de sus hombres y de los acontecimientos
de su época. Recordaba con entusiasmo sus campañas, el valor
y los sufrimientos heroicos de sus-paisanos. Parecía rejuvene-
cer cuando hablaba de su Patria, de Ios-elementos inmensos de po-
der y de grandeza que poseía, y del destino grandioso que se había
imajinado al querer hacer de ella algo mas que una Provincia
tributaria del autiguo Vireiuato,— «na República, nna Nación.

i Recordaba con marcado placer- loa dias en que abandonando
hogar, familia, comodidades é intereses, acorrí.in los Orientales uni-
dos en un mismo pensamiento ú la voz de su Jefe, á combatir por
su libertad, soportando la desnudez y la miseria, y aun presentan-
do sus capitanes compañías enteras equipadas á su costa. Pero su
semblante tomaba un aire de profunda tristeza, cuando recorrien-
do la serie de acontecimientos que habían inutilizado sus primeros
esfuerzos, y los que habían conducido el país á la actualidad des~
.consolante en que se hallaba, descendía á algunas reflecciones.

El Jeneral conservaba como una reliquia sagrada una copia
impresa de la Constitución de la República que le había regalado
el celebre naturalista Bompland, que tenía particular placer en vi-
sitarlo. . .<

Hablando de su regreso á la Patria decia :—Quisiera hijo mió,
volver á ver mi país antes de cerrar los ojos para siempre, y ben-
decir a los que han tenido la fortuna de dar cima á la obra que
yo empezó y cnyo complemento miro aquí,—en la Constitución;—
pero no me siento con fuerzas bastantes para/resolverme á hacerlo
en médio de la borrasca que lo ajíta, y ademas, yo no debo salir
de aquí sino con dignidad, ni restituirme á la Patria sin ser llama-
do y conducido por el Gobierno con la decencia que corresponde
-á mis antecedentes? y al propio honor de la Nación Oriental*-'

Tal fué la resolución del anciano Jeneral, manifestada en el

— 37—

•se;;o de esa co¡ fianza íntima que se tiene en un hijo ; el primero
coa qv.¡en se desahogaba espansivamente después de 26 aflvs de
ol.^cui ¡dad y de silencio.

Aeooipañ.ba al Jeneral su,antiguo y leal Ansínn, habitando
en su misma ( stancia. Avnque agoviado por el peso de''los'afioS,
se cor erv..ba rúe» te y robusto, montando diariamente tónfe'áftlo
para ir al baño, ¿ue el m-'dico le mandaba tomar á causa dé títíá
erupción de que empezaba a padecer en las piernas.

E'i es: a situación se hallaba el Jeneral Artigas en el ;últhrfó
tércio del año 46, cuando le visitó su hijo en la Asunción. |

A instancias de este y del Sr. Bompland, se;había conseguido
que consintiese en pasar siquiera a Corrientes, ya que resistía pót
entonces trasladarse á su país. # Para el efecto se había beblado al
Jenreal Ferró que estaba dispuesto á no perdonar esfuerzo alguno
de su parte para proporcionar ni Jeneral Artigas, una máús|ó'n se-
guía y agradable en la Provincia de Corrientes; ' Pero'lo&'secesos
políticos que sobrevinieron en aquella época, le hicieron d^sís^ir
de su pensamiento y permaneció residiendo en Ja Asunción.

Posteriormente el geueral D. Manuel Oribe tentó la résjtjtúcióu.
del general Artigas al regazo de su'Patria, pero tampoco' pudo
conseguirse. '." U1"?

Entretanto el Fundador ilustre de la nacionalidad '^ffenttf!,
en la seuectud de la vida, miraba de dia en día marchitarse el
árbol de la existencia. La vista y partida del hijo había 1 lát/rá^b
su corazón : la tristeza se apoderó del alma del noble peregrinó-,y
el 23 de Setiembre de 1,850, á los 92 añoa de edad, rendía su
espíritu al Creador y entregaba su cuerpo lívido y yerto á la
tierra estranjera que le había dado hospitalidad generosa en el
transcurso de treinta años!

El Jeneral D. Carlos M. López Presidente del Paraguay dis-
puso se le hiciese un entierro lo mejor posible, asistiendo a él los
empleados públicos y lo mas selecto de la ciudad de la Asun-
ción, haciendo que se sepultasen sus restos mortales en lugar 3k«
tinguido en el cementerio de la Recoleta.

La tierra estranjera guardó desde entonces en un modesto se-
pulcro los manes del general Artigas, esperando sin duda el día
en que Ja justicia y la gratitud nacional fuesen á íeoojeilos para
darles descanzo eterno bajo el cielo de su Patrio, ai pié de su
Bandera ven el panteón de los varones roas jlnstrea de

í    tt' /  ' -v     obiX:-¿HM Qi.-it íildt'd 9»p o(fl<í fíissbí4fc=r

ten 1,858 con ocasión de tratarse en las Cámaras de los habe-
rea deveugados del finado general Artigas, surjió la idea de traer
sus rcetoá á la Patria; pero este pensamiento no pudo realizarse
hasta el año 55, en qué aprovechando el envío del Doctor D. Es-
tanislao Vega dócano del Tribunal de Justicia en misión especial
del gobierno de la República al Paragaay, se le cometió el hon-
roso encargo de conducir los restos mortales del general Artigas
£ la República, previa las formalidades de estilo.

•' El 19 ¿te Setiembre de 1,855 regresaba el Dr. Vega de su mi-
sión al 'Paraguay en el vapor nacional Uruguay, trayendo a su
bordo la urna cineraria que contenía los restos mortales del Jene-
ral Artigas. Llegado á la rada de Buenos Aires, los trasbordó al
vapor Menay, en el cual pasó a Montevideo, trayendo aquellas
reliquias queridas del que fué, para recibir el último homenaje
de dolor y de respeto del Pueblo Oriental á cuya independencia
consagró, su brazo, su sangre, su vida.

Los documentos que varaos á transcribir, forman la mejor co-
rona cívica del personaje histórico que nos ocupa.

Al áar cuenta el Comisionado Especial de su misión al Gobi-
erno, decía al Ministró de Relaciones Esteriores en nota fecha 29
de Setiembre de 1,855 lo siguiente.

•'Como Y- E. verá por la Acta y partidas que orijinal y en
testimonio acompaño, el ilustrado y sensato Gobierno de la Re-
pública amiga del Paraguay, había previsto el paso de justicia que
algún día daría nuestro país, para rendir a la memoria y a los res-
tos del Jeneral Artigas, los honores á que le hacían acreedor su
celebridad y sus hechos esclarecidos."

"Y si bien honra al gobierno dé la República para con un
hombre que fué el primero sin disputa, "en cuyo corazón se alzó
poderoso é indomable el sentimiento de nuestra independencia
nacional, no honra menos al Gobierno del Paraguay la precaución
que había tomado para que nuestra Patria encontrase ese legado
histórico el día que lo fuese a recojer ; pues en eso mismo se halla
la prueba de que hasta el estranjero abona ' lo justo de la deuda
que debíamos pagar alguna vez á nuestro ilustre conciudadano.—
Los restos del mencionado Jeneral se hallan, como lo habrá visto
V. K, encerrados en una urna bajo do3 llaves que acompaño <ibn
gst*i noto

"El infrascripto obtuvo particularmente para sí, la lápida■ttio-
desta bajo que había sido sepultado el general Artigas, y tiene ^él.

honor de hacer de ella uu presente al Ex tu o. Gobiciuu déla Re-
pública por conducto de V. E. para que, se le dú el destino que

mejor conviniere" —LFirmado]   Estanislao Vega.

ACTA DE EXHUMACION.
"En la Asuuoion, capital de la República del Paraguay á 20
de Agosto de 1855, en el curato denominado de Recoleta, se aper-
sonó el Agente confidencial de la República Oriental del Uru-
guay Dr. D. Estanislao Vega, acompañado del profesor en medi-
cina y cirujia D. Luis Echevertía, del señor Cónsul de Portugal D.
Francisco Madruga, del ciudadano argentino D. León Spalding,
y de los ciudadanos orientales D. Felipe Buzó y D, Santiago
Canstat, á la habitación del señor Cura del espresado curato D.
Coruelio Contrera, quien condujo al Ajente Oriental y demás
acompañantes al lugar del Camposanto, en donde se hallaban los
restos mortales del Jeneral D. José Artigas, reunidos en dicho
lugar, teniendo por delante un sepulcro que lo cubría una piedra
de las que produce el país con la inscripción—Jenefal Don Jóse
Artigas."

"En este estado, el señor Cura tomó la palabra y dirijíéndose
al Ajente Oriental le manifestó que allí en aquel Sepulcro descan-
zaban los restos mortales del Jeneral Oriental D. José Artigas:
que antes de ahora habia recibido órden del Supremo Gobierno de
esta Repiíblica paravijilary cuidar que aquel Sepulcro no fuese
removido, y que aseguraba al Ajente Oriental que no lo había
sido."

"Concluido este acto, se procedió á levantar la piedra y ea
seguida se cabó como vara y media, á cuya distancia apareció el
cádaver: entonces el profesor en Medicina y Cirujia Dr. Echever-
ría encargado de dirijírla exhumación, empezó á dar á los huesos
un baño de agua con cal viva, y en seguida le dió otros dos baños
con cloruro de cal y se colocaron sobre unas tablas para que se
oreasen ; después de tres horas de esta operación los huesos apa-
recieron enteramente secos y se procedió á envolverlos en algodón
y colocarlos en la urna de lata destinada al efecto."

"Concluida esta opeiaeion se cerró la urna con dos candados,
cayas llaves conservó en su poder el Ajente Oriental y la urna fué
depositada en la iglesia de dicho Curato, para ser conducida on
oportunidad á bordo del vapor "Uruguay" la víspera de la salida
de este puerto.   Y lo firmaron en testimonio.—Jiííaiiülao Vega.—40—

—Cornelio Conir eras.—Luis Echeverría.—Felipe B aó.—í*itiago"
Váiistat.—Leon Spaldind.—Francisco Madruga:1

.\jV;s*     - ■ \t\\:í. -.--i ■ ■■ 'QUÍttllVttñO lO'fttt

" Viva la República del Paraguay!'—El Presbítero ciudadano
Cornelio Contreras, Cura de la iglesia Parroquial «leí Santísimo
Sacramento de la Recoleta.—Certifico de que en el Libro de di-
funtos se halla á foja 81 vuelta una partida que copiada á la letra

es como sigue.—

"En esta Parroquia de la Recoleta de la capital, á 23 de ¡se-
tiembre de 1,850, yo el Cura interino de ella, enterró en el tercer
sepulcro del lance N ° 26 del Cementerio general el cadáver
de un adulto llamado D. Joaó Artigas, estranjero, que vivía en
la comprensión de esta iglesia.—Di fó - Cornelio Coutreras"—
Recoleta, Agosto 21 de 1,855 — Cornelio Contreras."

"Otro sí digo:—Que el referido Sepulero lleva una lápida con
esta inscripción -. General B. José Artigas—1850:—que en virtud
de orden superior no se ha enterrado en ese lugar ningún otro cá
dáver; y últimamente que se hallan presentes en la Capital muchos
empleados de todas clases que asistieron al entierro del Jeneral
Artigas: de todo lo que certifico á solicitud del Dr. D. Estanislao
Vega, Agente Confidencial del Exmo. Gobierno de la República
Oriental del Uruguay cerca del de la República del Paraguay,—
Recoleta Agosto 21 de lj855.— Cornelio Contreras"

La modesta lápida que cubrió el sepulcro- del general Artigas
y que el Gobierno de su patria aceptó como un valioso presente-
del Comisionado especial, fué depositada en el Museo Nacional,
juntamente con la Urna en que vinieron sus restos del Paraguay,
así como la llave déla que los contiene. _

Por último, en 1,856 el Gobierno de la República presidido
por el ciudadano D. Gabriel A. Pereira, pagó á la memoria del
Jeneral D. José Artigas el tributo de honor y reconocimiento
nacional que le era debido, decretándole los honores fúnebres cor-
respondientes á su clase y á sus relevantes méritos y servicios.

Por Decreto de 15 do Noviembre se ordenó fuesen trasladados
los restos de la Urna en que vinieron, á otra nueva que el Gobi-
erno mandó construir con . este especial objeto, nombrándose en
comisión para presenciar este acto, de que se labró Acta el 17
<t mismo, al general D. Anacleto' Medina y los coroneles D.
•1^ «, ife1 Velazco y D. Pedro Delgado Melilla t

—41—

Por otro decreto de igual fecha, se fijó el dia 20 del mismo
mes, para las exéquias del referido JenéraJ, en los términos sigui-
entes.—

"Ministerio de Guerra y Marina.—Decreto.—Montevideo No-
viembre 15 de 1856.—Debiendo darse sepultura á los restos del
Brigadier General D. José Artigas cotí la solemnidad que corres-
ponde á su clase y servicios prestados al país : el Presidente de la
República acuerda y decreta.—

'•Artículo 1. ° La fuerza disponible de línea, Guardia Nacio-
nal y Policía, mandadas por el Jefe del Estado Mayor General, for-
marán el día 20 del corriente á las 8 de la mañana desde el punto
en que están depositados aquellos restos, en el órden siguiente.—
(Sigue el órden de colocación.)

2. ° Los gefes y oficiales francos serán invitados á concurrir
á este acto, y el Jefe del E. M. G. les dará la colocación que cor-
responda.

"3. ° Al recibirse los' restos y ponerse en marcha la columna,
se pondrán las armas á la funerala, las Bandas de música tocarán
marcha fúnebre y las cuatro piezas de artillería harán un disparo
de siete tiros, y en el momento la Fortaleza de San José colocará
el Pabellón Nacional á media asta y tirará un caBonazo cada me-
dia hora hasta entrado el Sol de ese día.

4. ° El Jefe del_ E. M. G. tendrá á sus órdenes dos Jefes
para dirijir la colocación de las Autoridades eclésiasticas y civiles,
y el lugar en que deban verificarse las posas.

5. ° Cuando hubiese entrado á la Iglesia el acompañamiento,
la fuerza militar formará en batalla y al empezarse la ceremonia
fúnebre, el Escuadrón de Artillería hará una descarga de fusilería
y otro al último responso.

6. ° Concluido ese acto, volverá á ser tomado el féretro y
colocado en el mismo lugar que trajo hasta la iglesia, marchará en
la misma forma hasta el Cementerio en donde al depositarse se
hará la última descarga de infantería é igual número de siete dis-
paros de cañón, que serán segundados por la fortaleza de San José
con trece.

7. ° Acto continuo la columna se retirará guardando la
misma formación hasta la puerta del Mercado en que cada Cuerpo
marchará á su respectivo cuartel.

8. ° Todos los empleados de la República mantendrán luto
en el brazo por 48 horas y la fuerza militar el luto de Ordenanza.-42-

'j. ° Por el Ministerio de Gobierno ae librarán las órdenes
necesarias para que se arregle provisionalmente un nicho en lugas
preferente, para ser depositados lo3 restos del Jeneral, y en la lá-

K'da que lo cubra, se leeré e3ta inscripción—"ARTIGAS : FUÑ-
ADOR DE LA NACIONALIDAD ORIENTAL. "

10. Por él mismo Ministerio sa dispondrá lo necesario á
efecto de que la iglesia celebre con la p:>mpa posible las exéquias
competentes al ilustre Jenéral.

XX. También serán invitadas por el mismo Ministerio las
Autoridades civiles para asistir á esa ceremonia relijio3a y á la
que concurrirá el Gobierno en cuerpo.

(Firmado.)   Pebeira.— Carlos de San Vicente.

En el dia designado tuvieron lugar las exéquias del ilustre
finado, en la forma dispuesta por e3te Decreto. Sentidos discur-
sos se pronunciaron por vários ciudadanos, en el momento de de-,
positar la Urna cineraria en el panteón provisorio que se le había
destinad o.

El estampido del cañón durante el día anunció el duelo na-»
cionnl, y Ja consumación del gran acto de justicia y gratitud que
la República debía al primer campeón de.su Independencia, y que.
tarde ó temprano rinden los Pueblos liberados á la memoria de,
sus ilustres varones.

Ante su turaba la dolorida Patria esparce flores, y se inclinaron
las banderas contra que había combatido, en homenaje de respe-
to y veneración á sus cenizas.

Acallóse   el    espíritu   estrecho   de. partido   para digni-
ficarla, "porque I03 grandes hombres que un país produce, así como
"aquellos que han hecho grandes servicios á la causa de la Patria,
"son considerados en toda Nación civilizada como una propiedad*
"Nacional, que dá lustre y crédito al país á que pertenecen."(a)■

Isidoro de Makia.

•Mr. el- mataba Iña^i    «ne.t laTon   ftgTñdwB tuiíjjj. ni •• u

>¿óy us& &f> AMÍfliio) al ioq /¡obfibnugee afe'jos ©trp (uo2A3 ->.í \ •■
(aj  Palabras del Jeneral Alvear.

ojul jtiibasíaam aóihiircg >íl -ti yb sobasiqraíj gol 09&O i -.8
it\a«u>biO ab'oíül [3 lattlim pnafll «f r earoíí <3t 'ioq ox/nd íe a$

—43—

Fh DE ERRATAS.

Paji

a.
	línea.
	dond© dic©.
	

a 5,
	27,
	"al desgracia",
 O --- 7
	la desgracia.


	31,
	delieadeza,
	delicadeza.


	34,
	ausencia,
	su ausencia.

9,
	13,
	Galvain,
	Qalain.


	24,
	visoSos, José Antonio,
	bisoftOS.

12,
	14,
		Juan Antonio.


	15,
	primo hermano,
	tio carnal^


	39,
	requirimiento,
	requerimiento, infalible.

14,
	10,
	infabilíble,
	

	33,
	que acabando,
	snprimido el que.

15,
	1,
	de 1823,
	de 1814.

24,
	8,
	trnnsaciones,
	transaciones.

33,
	25,
	ordenan^,
	[ordenando.

35,
	33
	año 40,
	año 41.

37,
	14,
	Jenreal,
	Jeneral.